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Cine

Entrevista

Aitor Gametxo: '¿Cómo se verán en el futuro las imágenes de hoy?'

Mikel Dominguez

El cineasta vizcaino Aitor Gametxo (Lekeitio, 1989) presentó 'El otro mapa de Abauntz' en Punto de Vista. La película está grabada en Ultzama (Navarra), dentro del Proyecto X Films.

  • El cineasta Aitor Gametxo.

    El cineasta Aitor Gametxo. Foto: Punto de Vista.

Aitor Gametxo (Lekeitio, 1989) llegó al Festival Internacional de Cine Documental de Navarra como ganador del Proyecto X Films de 2014. Bajo su brazo, El otro mapa de Abauntz. Cada año, el festival ayuda a una película mediante la iniciativa X Films. Las únicas condiciones: grabar en Navarra y en soledad, sin ayuda. Gametxo se fue a Ultzama para componer un nuevo mapa con las imagenes grabadas en el pueblo. Para presentar el resultado, Punto de Vista tuvo que doblar la sesión, con todas las entradas agotadas.

Has estado en el festival Punto de Vista muchas veces: la mayoría como espectador, el año pasado en el Proyecto X Films... Este año, sin embargo, vienes a presentar una película.

Las sensaciones son muy diferentes, pero los nervios no han cambiado. El año pasado estuve en el Proyecto X Films, con otros dos cineastas, para defender mi proyecto delante de un jurado. Al final, es como intentar vender lo que no tienes. Esta vez, sin embargo, he venido a enseñar lo que he hecho delante del público. En cierto sentido, eso también es ser juzgado. Vengo con ilusión, porque la película está terminada, pero los nervios se mantienen.

Has tenido que grabar tu película en Navarra, pero eres vizcaino.

Una de las condiciones del Proyecto X Films es grabar en Navarra. No tengo ninguna conexión directa con Navarra: ni familia, ni amigos, no he estudiado aquí, ni vivido... La idea de hacer la película me llegó por Internet. Supe en los medios de esta piedra, la que se toma por el primer mapa de Europa occidental. A decir verdad, sin conocer el entorno, me obligé a mí mismo a estar allí y, poco a poco, conocer a la gente, desde cero. Como estoy cerca, no he necesitado un gran plan de producción. He viajado muchas veces a Navarra, unas seis o siete. En un proceso inicial, grababa lo que se me antojaba, y en los últimos viajes, venía directamente a grabar lo que necesitaba. Estar en Bizkaia ha hecho posible ese proceso.

La intención es hacer un nuevo mapa de Abauntz. Pero, ¿quién lo hace? ¿Los personajes, las imágenes o tú mismo?

Es una mezcla de los tres. En cuanto al contenido, aparece la colectividad, pero como autor de la película, yo funciono como catalizador. Al final, trabajé con los elementos del lugar, con un punto de azar. Muchas veces también usaba las ideas de los propios personajes, para ponerlas en común de  alguna manera. He hecho el film desde un “yo”, pero está anclado en todo un pueblo, y la gente ha ayudado a construirlo.

Al final de la película, entierras las imágenes.

Es una idea que me gustaba desde el principio. Desde antes de llegar al pueblo, la idea de meter bajo tierra el material grabado me parecía suferente, para que alguien lo encuentre en el futuro. Me olvidé la idea, pero después de muchos testimonios, la recuperé. ¿Cómo se verán en el futuro las imágenes de hoy? Siempre he tenido esa curiosidad. No es una excusa para grabar cualquier cosa, sino algo que te obliga a ser consciente. En las películas de los hermanos Lumière, por ejemplo, no había esa consciencia activa de mostrar las formas de vestir o cómo eran los trenes. Es una importancia que se ha tomado con el paso de los años. Esto ha sido como un ejercicio: en aquella época, es decir, ahora, se hacía todo esto, y no sabemos lo que pasará en el futuro.

El largometraje nos habla en pasado, ¿pero lo hace del presente o del futuro?

A lo largo de la película, al hablar del presente, uso algunas expresiones como “aún”. Eso hace referencia al futuro. La mayoría de las veces muestro las cosas tal y como suceden, pero esos son los pocos momentos que me implico. A veces juego con los tres tiempos a la vez: hablo sobre el presente, como si fuera pasado, desde el futuro. Sería bonito ver cómo envejece esta película, pero es un ejercicio suicida, porque nunca sabremos cómo lo verán en el futuro lejano.

Además de hacer cine, también estudias lenguaje de signos, y en el texto se advierte ese interés comunicativo. ¿Has querido reflexionar también sobre el propio lenguaje?

Al principio, me planteé usar las manos como nexo de unión, y a lo largo de todo el proceso, doy importancia a los trabajos manuales. He intentado aprovecharme de todos los detalles, y por eso grabé tanto material. Existe esa reflexión sobre la comunicación. En el coche, un personaje dice que al grabar, se pierde el momento real. En ese momento, seguramente, yo estaba dándole importancia a grabar, más que al hecho comunicativo real que estaba sucediendo.

¿Cuál es el siguiente paso de un cineasta joven?

Hacer está muy bien, es lo que yo disfruto, pero también me gusta imaginar los proyectos. La fantasía está en lo no grabado. Luego, es imposible ver tu propia película. Nunca la podría disfrutar, porque tendría que olvidar todo lo realizado. En cambio, me divierte mucho imaginar como será el próximo proyecto.