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cultura

Korrika 2015

Asier Amondo: 'Korrika es un símbolo de Euskal Herria'

Natxo Velez | eitb.eus

La 19ª Korrika arranca este jueves en Urepel para, durante 11 días, despertar conciencias y recaudar dinero para los euskaltegis. Hemos conversado con el responsable de la carrera.

La relación entre Asier Amondo (Llodio, 1969) y Korrika viene de largo, ya que pertenece desde la decimocuarta edición a la Ejecutiva Nacional de la carrera, pero este año Amondo afronta su primera edición como máximo responsable.

Korrika arrancará mañana a las 17:00 horas en Urepel, y los corredores emprenderán una marcha que surcará los barrios, pueblos y ciudades de Euskal Herria durante 11 días para, como dice Amondo, “encaminar en la misma dirección a todos, tanto a los que trabajamos en el área del euskera como a aquellos que se quieren acercar a él”.

Hemos hablado con el responsable de Korrika, antes de que miles de euskaltzales pongan sus piernas en movimiento.

El lema de esta decimonovena edición de la Korrika es “Euskahaldun”, juego de palabras entre euskaldun y ahaldun (empoderado). ¿Qué mensaje  queréis transmitir con él? ¿En qué términos han de hacerse poderosos quienes hablan euskera?

El empoderamiento no es un concepto que nosotros hayamos inventado: Los negros norteamericanos ya usaban el término empowerment en la década de los 60, en su lucha en defensa de los derechos civiles. Más tarde, el feminismo también lo desarrollo a finales de los años 80 para plantear la toma de conciencia por parte de las mujeres de sus derechos y capacidades.

Lo que hemos hecho ha sido adaptarlo a nuestro entorno: mediante ese “Euskahaldun” queremos impulsar ese empoderamiento, aunar y multiplicar fuerzas en torno al euskera. Queremos encaminar en la misma dirección a todos, tanto a los que trabajamos en el área del euskera como a aquellos que se quieren acercar a él.

Korrika unirá Urepel y Bilbao, dos áreas muy diferentes, también desde el punto de vista sociolingüístico. ¿Qué desafíos tiene el euskera en los pueblos y en las áreas más urbanas?

Los retos tienen que ser parecidos en los pueblos y en las ciudades: promover el conocimiento y el uso del euskera. Los ritmos sí pueden ser diferentes, dependiendo de la situación sociolingüística. Bilbao es, en términos absolutos, la ciudad con más euskaldunes, pero, mirada en términos porcentuales, la realidad nos enseña que aún hay mucho por hacer en Bilbao, porque hay muchísima gente que no conoce el euskera.

Como he dicho, la clave es el uso y el conocimiento: para utilizarlo, hay que conocerlo; para conocerlo, estudiarlo; y para estudiarlo, ir al euskaltegi.

¿Cómo planificáis el recorrido? Qué criterios tenéis en cuenta a la hora de decidir dónde comienza y dónde acaba la carrera o qué lugares recorrerá?

Hasta ahora, hemos ido alternando las capitales de cada territorio, y esta vez le tocaba a Bilbao. A la hora de decidir el lugar donde arrancar, aplicamos una norma no escrita que nos dicta que hemos de empezar en el territorio donde terminó la anterior edición. Hace dos años, Korrika terminó en Baiona, por lo que recibimos la propuesta de comenzar esta en Urepel y la aceptamos.

El recorrido es un puzle formado por más de 2000 piezas: cada territorio nos hace llegar sus prioridades, y nos basamos en ellas para empezar a diseñar el recorrido, abrimos un periodo para realizar ajustes y, finalmente, lo aceptamos.

¿Qué infraestructura mueve la Korrika mientras está en marcha?

Es una gran infraestructura: durante toda Korrika dos furgonetas y una ambulancia acompañan a los corredores. Además, movemos dos coches para prensa y una furgoneta más para trasladar a aquellos que van en las furgonetas.

En Korrika funcionan dos grupos de ocho personas que realizan turnos de 14 horas y luego descansan. Las furgonetas están “tuneadas” con equipos de luz, sonido etc. La preparación de las mismas también es un arduo y largo trabajo.

¿Cómo afrontas tu primera Korrika como responsable máximo tras recibir el testigo de manos de Edurne Brouard?

Ya sabíamos que Edurne iba a dejarlo; me lo propusieron a mí, y, a continuación, la junta de AEK dio su visto bueno. Pero ya he dicho que el recibir la propuesta me produjo una sensación de vértigo: sentí alegría y emoción. Era plenamente consciente de que es una gran responsabilidad.Por otra parte, también es cierto que Korrika no me es en ningún caso ajena, ya que llevo desde la decimocuarta edición en la Ejecutiva Nacional de Korrika y, asimismo, no debemos olvidar que el principal valor de Korrika es el trabajo conjunto, la labor en común.

Es imposible que una sola persona lleve adelante Korrika, su éxito es repartido: miembros de AEK, participantes en los comités de la Korrika y todos aquellos que participan de una forma u otra durante los diez u once días. A día de hoy, la Korrika es un símbolo de AEK y de Euskal Herria que hemos exportado.

En tu opinión, ¿hacia dónde tenemos que dirigir nuestros pasos los euskaldunes en lo que respecta al futuro del euskera?

Nosotros mismos, los euskahaldunes, seremos los encargados de dirimir el futuro del euskera, si es que así lo queremos,  y sí que queremos hacerlo. Los agentes políticos, sociales e institucionales tenemos que fomentar el trabajo común para garantizar el futuro del euskera. Y a los individuos nos toca trabajar codo con codo.

Necesitamos compromisos individuales y colectivos para preservar el futuro del euskera, dotarlo de prestigio e impulsarlo en todos los ámbitos de la vida. Para ello, es necesario que todos los agentes pacten prioridades. Necesitamos consenso, y, partiendo desde esa conformidad, diseñar unas claras líneas de actuación, trabajar en ellas y evaluar los resultados para identificar nuevos retos.

Durante esta edición, la Korrika va a homenajear a la Feria de Durango. ¿Qué lecciones arroja esa cita anual?

La Feria es un ejemplo de trabajo en común. Va a cumplir 50 años desde que comenzó con los libros y continuó con discos y libros hasta convertirse en lo que es hoy: un escaparate de la cultura vasca, el referente de los creadores vascos. Todos tenemos algo que aprender de la Feria.

Si Korrika y la Azoka no estuvieran inventadas, habría que hacerlo porque dan un empujón al euskera y a la cultura vasca.

En tanto en cuanto Korrika es reflejo de una anormalidad, ¿vuestro objetivo es que algún día no haya motivos para celebrarla?

Es cierto que todavía hoy Korrika es el reflejo de una anormalidad, pues el aprendizaje del euskera en los adultos no vive una situación normalizada. Pero hemos de diferenciar los ámbitos de actuación. La peor situación es la de Navarra, donde no hemos recibido ninguna subvención desde 2012. Para el actual Gobierno navarro, aunque lo considere oficial, el euskera no existe, pues lleva a cabo políticas en su contra.

La euskaldunización de este país está basada en las escuelas y en los euskaltegis, por lo que habría que tratar ambos ámbitos de manera parecida; por tanto, haría falta una financiación general que debería estar blindada. Y es que hay que reconocer a los euskaltegis su trabajo en la euskaldunización de adultos. En estas últimas décadas 300 000 personas han aprendido euskera, y un tercio de ellas lo han hecho en los euskaltegis; de estos 50 000 personas han estudiado en AEK.

Ahora, el objetivo de Korrika es económico: es una inyección para garantizar la calidad de la enseñanza y los servicios. Pero si como dictaría una situación lingüística normalizada AEK y Korrika desaparecieran, creo que Korrika debiera seguir existiendo, porque ha de ser un premio al trabajo bien hecho. No podemos imaginar Euskal Herria sin Korrika, pues hoy en día es uno de los símbolos del País del Euskera.

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