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cultura

Entrevista

Jon Maia: 'Quería recoger la revolución que supuso nuestra generación'

Natxo Velez | eitb.eus

El bertsolari ha recogido en el libro autobiográfico “Berriak jaio ginen” una mirada personal al proceso de renovación experimentado por el bertsolarismo en las décadas de los 80 y los 90.

Euskaraz irakurri: Jon Maia: 'Bertso eskoletakook ekarri genuen iraultza jaso nahi nuen'

El bertsolari y escritor Jon Maia (Urretxu, 1972) ha vivido desde la primera línea la última “gran revolución” experimentada por el bertsolarismo. En la segunda mitad de la década de los 80, los escolares instruidos en las bertso eskolas comenzaron a llegar a los recitales y campeonatos, y aportaron a los bertsos una renovada concepción del mundo (nuevos referentes políticos, cinematográficos o musicales, por ejemplo) y un nuevo público que conectaba con ella.

Berriak jaio ginen (Lanku, 2017) es el sincero testimonio de uno de los protagonistas de aquella época, pero también es una crónica vital en la que se suceden reflexiones acerca de la cultura vasca, la identidad y otras muchas cuestiones y el repaso al periplo de un joven que pasó de ser un joven entrometido en el bertsolarismo a un absoluto referente del mundo del bertso.

Hemos hablado con Maia, inmerso en la pelea por hacerse con una plaza en la final del Campeonato de Euskal Herria que acogerá en BEC en 17 de diciembre, para saber más sobre este trabajo.

¿Qué te ha empujado a escribir Berriak jaio ginen?

Me rondaba en la cabeza desde hace ya mucho tiempo. Siempre he pensado que cuando los alumnos de las bertso eskolas llegamos al bertsolarismo se vivió una gran revolución, y quería dejar todo eso recogido a mi estilo.

¿Qué diferencias has encontrado entre escribir ficción y hacer un libro autobiográfico?

Solo he escrito un libro de ficción, la novela Riomundo, y desde mi experiencia diría que fue más laborioso. Esta vez tenía claro qué tipo de libro quería escribir, y me he dedicado a formular mis recuerdos y reflexiones, sin tener que inventar nada.

Eso sí, da cierto vértigo contar las intimidades de uno mismo…

¿Qué aportasteis al bertsolarismo las primeras generaciones de jóvenes pasados por las bertso eskolas?

Trajimos nuestra nueva cultura vasca: la televisión en euskera; la literatura juvenil, tanto en euskera como en castellano; los primeros videojuegos; Internet; la militancia política juvenil; otro tipo de euskera; otro universo imaginario; y, sobre todo, un nuevo público que conectaba con todo eso.

¿Cómo os aceptó el resto de bertsolaris?

Diría que bien. El bertsolarismo me parece bastante ejemplar en lo que respecta a este proceso de renovación. Por supuesto, hubo burlas y ciertos comentarios dolorosos, pero nada más.

¿Cuándo tomaste conciencia de que eras bertsolari?

Cogí mucha confianza cuando me clasifiqué para la final del Campeonato Absoluto del 97. Por un lado, porque empecé a participar en muchos recitales y, por otro lado, porque estar en esa final refrendaba mi manera de cantar bertsos.

En el libro dices que has tenido periodos en los que has dudado si seguir siendo bertsolari. ¿Qué es lo que hace al bertsolari tener conciencia de serlo?

Creo que se trata de dilemas que se le presentan en su camino a cualquier creador, y más durante la adolescencia: “¿Lo hago bien? ¿Merece la pena pasar estos nervios y esta angustia? ¿Le gusto a la gente? ¿Aporto algo?”.

Pero bueno, cada uno de nosotros tendremos diferentes conceptos de lo que necesita un bertsolari para sentirse tal.

¿Prevés a corto plazo alguna revolución similar a la que protagonizasteis los bertsolaris de tu generación?

No es fácil que surjan este tipo de grandes revoluciones. Pasó con Basarri, también con Amuriza y creo que la siguiente fue la de las bertso eskolas. Todas las generaciones tenemos ante nosotros el desafío de continuar cumpliendo nuestra función y ocupar nuestro lugar tanto en la cultura contemporánea como ante nuestro público.

Además de bertsolari, eres novelista, escritor de letras, dramaturgo y guionista. ¿Qué tienes ahora entre manos?

Ahora estoy enfocado en el Campeonato, y he dejado la prosa a un lado.