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Análisis

Influencias perniciosas

Félix Linares

Félix Linares

¿Qué quieren, somos lo que comemos y llevamos demasiado tiempo alimentándonos de pesadumbre?

Con la disculpa de un estudio que asegura que casi la mitad de nuestros pensamientos son negativos, una televisión ha puesto a algunas personas que no se gustan ante un espejo, les ha dado un arreglo de chapa y pintura y ellos se han mostrado felices, todos, el cien por cien, lo que hace pensar que tanto para la primera opinión como para la segunda solo eran personas influenciables. Piénsenlo cuando rumien los resultados del domingo.

A mí me influencia Esperanza Aguirre, desata el ambicioso que habita en mí,  con su capacidad para ganar dinero: casi cuatrocientos mil euros descubriendo talentos, quizá con el suyo ya le parece suficiente para llevarse esa cifra, y otros cinco mil ganados en juegos de azar. Lo curioso es que ha dicho que es de un artículo taurino. ¿Mintió pues al hacer la declaración? Quizá apuesta.

Pues debe saber que ahí pierde, porque en las casas del ramo que florecen por nuestras calles la sitúan después de Cristina Cifuentes en la lista de éxitos, lo que le ha tenido que doler. Por cierto, las empresas de apuestan manejan un algoritmo que, basándose en Internet dan a Edurne un puesto por debajo del noveno. Un drama.

Me influencia Margallo, sacando a ese viajero atenuado que vive en mi interior, que coloca a gente en exteriores como si fuera una agencia de contratación. Aunque, claro, si dicen que su partido está mosqueado con esto quiere decir que el hombre está maniobrando por su cuenta y quizá no ha colocado a quien debía.

A Wert sí, lo que lleva a pensar en una remodelación del Gobierno español, eso que se lleva pidiendo desde casi el principio de la legislatura. Me influencia, y retorna el católico que un día fui, escuchar a una monja declararse enamorada de un mortal, aunque sea el president MAS, sin darse cuenta de que está proponiendo una revolución en la iglesia que quizá no pueda manejar Francisco por mucha mano izquierda que tenga.

¿Izquierda he dicho? Pero lo que más influencia, poniendo en mi cabeza al responsable que no creo que tenga, el que la patronal vasca haya dicho que todo va estupendamente y que la economía nos deslumbrará en breve. Es todo tan hermoso que no consigo creérmelo. ¿Qué quieren, somos lo que comemos y llevamos demasiado tiempo alimentándonos de pesadumbre? Imagínense que no estamos a la altura de semejante entusiasmo y acabamos defraudando las expectativas de nuestros patronos. Al final la culpa siempre es del obrero, eso que, dicen, ya no queda.

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