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Jesús Torquemada

Análisis

El cóctel explosivo de Orlando

Jesús Torquemada

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En la mente de Omar Mateen se produjo probablemente un cóctel explosivo: odio a los homosexuales y deseo de venganza contra una sociedad que permite lo que él considera una perversión.

El autor de la matanza de Orlando no es un militante del Estado Islámico en sentido estricto. No ha tenido lazos directos con el Daesh ni ha pasado por los campos de entrenamiento de Siria. Eso le diferencia de los autores de la masacre de París el pasado noviembre.

Su principal motivación parece haber sido el odio a los homosexuales. En eso coincide con el Daesh, que ha hecho ejecuciones públicas de homosexuales en los territorios que controla. Además, en la mayoría de los países musulmanes los homosexuales están perseguidos, incluyendo Afganistán.

Así que en la mente de Omar Mateen, estadounidense de origen afgano y religión musulmana, se produjo probablemente un cóctel explosivo: odio a los homosexuales y deseo de venganza contra una sociedad que permite lo que él considera una perversión.

Y, de fondo, el llamamiento que hizo el Estado Islámico a los “lobos solitarios” para que cometieran atentados cuando les viniera bien, sin pedir permiso y sin organizarse con nadie. Muy listos los yihadistas: cada vez que un desequilibrado cometa una matanza en nombre del Estado Islámico, ellos se apuntan el tanto.

Pero hay otro detalle que no se puede pasar por alto: ese cóctel no habría estallado si en Estados Unidos no fuera tan fácil comprar armas de guerra. Omar Mateen no necesitó un plan sofisticado para introducir sus armas en Estados Unidos; las compró en la armería de la esquina.