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Jesús Torquemada

Análisis

Theresa May se queda sin voz

Jesús Torquemada

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Theresa May tuvo ayer mala suerte en su discurso de clausura del congreso del Partido Conservador. No se le oyó bien, a causa de una afonía, pero es que una parte de su partido no la quería escuchar.

Theresa May tuvo ayer mala suerte en su discurso de clausura del congreso del Partido Conservador. No se le oyó bien, a causa de una afonía, pero es que además una parte de su partido no la quería escuchar.

Los brexiteros duros, los que quieren sacar al Reino Unido de la Unión Europea dando un portazo, lo único que esperan es el momento de derribarla. Se supone que el autor del jaque mate será Boris Johnson, el ministro de Exteriores, pero puede ser cualquier otro; los conservadores son maestros en el arte de apuñalarse por la espalda.

May está en una posición delicada. Sabe que una parte de los miembros del Partido Conservador, y, sobre todo, las empresas que apoyan a ese partido, quieren un brexit blando. Por eso propuso hace dos semanas a la Unión Europea ampliar dos años más el plazo de la negociación de la salida. Y entonces los que quieren un brexit duro se le han echado encima, acusándola de blanda y de traicionar a los votantes.

La debilidad de May es manifiesta, y en la Unión Europea se empiezan a preguntar si merece la pena firmar algo con ella, porque luego no lo va a poder poner en práctica. Un problema parecido tiene el Partido Laborista, donde tampoco tienen claro qué hacer con el brexit, pero, de momento, su líder Jeremy Corbyn mantiene el control del partido.