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Jesús Torquemada

Análisis

Trump revienta el conflicto palestino-israelí

Jesús Torquemada

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Los palestinos ya no pueden aceptar a Estados Unidos como mediador, porque es un árbitro comprado, y los israelíes no aceptan a ningún otro mediador que no sea Estados Unidos.

Todos los presidentes de Estados Unidos son proisraelíes, unos un poco más que otros. Pero ninguno se había atrevido antes a hacer lo que ha hecho Trump: decir que Jerusalén en la capital de Israel.

Ningún país del mundo ha reconocido eso hasta el momento, y por eso todos tienen la embajada en Tel Aviv. Trump ha ordenado empezar a preparar el traslado de la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén.

El paso es más importante de lo que parece. Israelíes y palestinos se disputan la posesión de Jerusalén. Israel proclamó que Jerusalén es su capital “eterna e indivisible”, pero los palestinos quieren que su futuro Estado tenga su capital en Jerusalén; al menos, en la parte oriental de Jerusalén, en la que todavía siguen viviendo más palestinos que israelíes.

Además, para todos los musulmanes del mundo Jerusalén tiene un significado especial, porque allí está la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar sagrado del Islam. Al reconocer a Jerusalén como capital de Israel, Trump no solo le da una gran satisfacción a Israel, sino que hace aún más difícil la solución de dos estados, uno israelí y otro palestino.

Los palestinos ya no pueden aceptar a Estados Unidos como mediador, porque es un árbitro comprado, y los israelíes no aceptan a ningún otro mediador que no sea Estados Unidos. Y como tampoco son capaces de negociar entre ellos sin intermediarios, el conflicto se eterniza.