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Jesús Torquemada

Análisis

Diplomacia olímpica

Jesús Torquemada

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El presidente surcoreano quiere aprovechar el momento de distensión y mañana recibirá a los altos cargos norcoreanos desplazados a los Juegos.

Ayer, mientras en Pyeongchang (Corea del Sur) hacían los últimos ensayos para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno, en Pyongyang (Corea del Norte) se llevaba a cabo un gran desfile militar. Misiles, tanques, artillería y miles de soldados desfilaron ante el líder norcoreano, Kim Jong-un. Parece una contradicción con los gestos de distensión que, aparentemente, ha adoptado el líder norcoreano.

Corea del Norte ha enviado una importante delegación a esos Juegos: 22 atletas, un grupo musical, 200 acompañantes y, muy significativo, entre esos acompañantes está Kim Yo-jong, la hermana de Kim Jong-un. En Corea del Sur muchos han reaccionado mal a ese desfile, que consideran una provocación; no obstante, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, que es partidario de un acercamiento entre las dos Coreas, quiere aprovechar la rendija abierta. Mañana recibirá en Seúl a los altos cargos norcoreanos desplazados a los Juegos. Los medios surcoreanos especulan con la posibilidad de que, en esa reunión, la hermana de Kim Jong-un le entregue una carta en la que el líder norcoreano le propondría mejorar las relaciones. Sería bonito que el espíritu olímpico acercase a las dos Coreas. Soñar no cuesta nada.