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La mecánica del caracol

Ciencia

Al cerebro le gusta el azúcar y la grasa, y ritmos circadianos e inmunidad

E.C. | Radio Euskadi

Amanda Sierra repasa investigaciones de neurociencia que analizan cómo elige el cerebro sus alimentos favoritos. Andrés Hidalgo explica cómo el sistema inmune se ve influido por el ciclo día-noche.

  • 52:25 min
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Para entender por qué nos gustan más o menos determinados alimentos hay que tener en cuenta distintos factores. Está la cuestión cultural, sin duda, que hace que nos apasionen los txipirones en su tinta, plato de color complicado para personas de otros países, y nos dé repelús, por ejemplo, un plato de saltamontes fritos. Luego está el factor genético. A principios de siglo se identificaron los genes que influyen en los receptores de los sabores dulce, amargo y umami, el sabor a carne. Nuestro código genético por tanto marca si percibimos más o menos y si nos gusta más o menos el sabor de la tónica o del café o del brócoli. Pero por encima de estas cuestiones hay unos principios básicos a la hora de valorar lo que nos gusta comer. Los glúcidos proporcionan placer. Y las grasas. A nuestro cerebro, que sigue siendo en esencia paleolítico, le gustan los alimentos que contienen azúcar y grasa. Y nuestro cuerpo, que debería estar por ahí cazando y recolectando, acusa los excesos de una vida infinitamente cómoda. Y si los estudios genéticos están aportando evidencias sobre nuestro gusto por la comida, la neurociencia está descubriendo qué es lo que ocurre en el cerebro glotón que nos hace a veces, o a menudo, hacer oídos sordos a los consejos sobre nutrición. Amanda Sierra, investigadora del centro de neurociencia Achúcarro, explica lo que la neurociencia está averiguando sobre cómo el cerebro elige los alimentos y cómo controla las sensaciones de hambre y saciedad.

Andrés Hidalgo Alonso, profesor Asociado del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III, explica la relación que existe entre el sistema inmunitario y los ritmos circadianos de nuestro organismo. Desde los años 1970 se observó que la respuesta inmune depende de la hora del día en la cual ésta se analiza, se ha podido comprobar que una infección es menos o más severa según la hora del día en que se contraiga. Hoy en día se cree que que la misión de los procesos circadianos, el ritmo día y noche que rige nuestro reloj biológico, es mitigar la intensidad de la respuesta inmune, para evitar ser víctimas de nuestras propias defensas.