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Sabatina

La columna de José Félix Azurmendi (25/03/2017)

Reflexiones sobre los acontecimientos de la última semana: el desarme de ETA, paz y convivencia y la muerte de Martin McGuinnes

Tx. Desde hace días, no hay uno en el que no se hable del desarme de ETA

JFA. No sé si los conocidos como artesanos de la paz eran conscientes de lo exitoso que iba a resultar su anuncio por adelantado y a plazo fijo de la fecha tope para el desarme de ETA. Llevamos días hablando de ello y todavía faltan dos semanas para ese emblemático 8 de abril. Lo que podía haber sido el último y natural paso de la decisión unilateral de renunciar a la estrategia político militar de ETA, una entrega de armas sin contrapartidas, las reacciones de sus adversarios más obtusos lo están convirtiendo en poco menos que un triunfo de una organización en vías de extinción.

Le oía ayer a una destacada periodista en Radio Euskadi que con esta fanfarria –la verdad es que en Iparralde se llevan mucho- se está pagando un inadmisible precio a la banda. Decía también que ETA siempre se las ha arreglado para encontrar samaritanos, en referencia esta vez a los artesanos de la Euskal Herria Norte e incluso a los partidos políticos que firmaron la declaración del Parlamento vasco a favor del éxito de la operación del 8 de abril, es decir, EH Bildu, PNV, y PSE, algo que a la periodista le parecía especialmente extraño. Alfonso Alonso, el hombre fuerte del PP en la CAV, ha llegado a decir, en su ofuscación, que el lehendakari Urkullu estaba haciendo en este asunto de portavoz de ETA.

El ex ministro Përez Rubalcaba, menos pasional, lo explicaba el lunes en la SER como una muestra de que les derrotamos y de que Batasuna (sic) no tuvo más remedio que cortar con ETA. No ponía en duda que el desarme fuera en serio y explicaba que el desarme no va a influir en la investigación de atentados, aunque sí en el relato, lo que parece ser a la postre la madre del cordero: los que se empeñan una y otra vez en calificar de banda a ETA, son conscientes de que ninguna banda se desarma voluntariamente, sin exigir nada a cambio y en compañía de  una fanfarria en la que intervienen militantes pacifistas, alcaldes, ex ministros, magistrados, politólogos, y pueblo, como nunca antes en Iparralde y Francia.

Ha escrito uno de sus columnistas en Berria que el modelo de desarme elegido por ETA no se parece en nada a los seguidos por el IRA, las FARC y otros antes. Como tantas otras veces, ha dicho, para bien y para mal, tendrá que ser finalmente un modelo propio y distinto. Los Gobiernos español y francés  se han opuesto a la intermediación y observación internacional, han obstaculizado cuanto han podido un desarme al uso, han tenido que ser representantes de la sociedad civil los que concibieran otro modelo, el que en adelante quedará como modelo vasco de desarme para la paz.

Tx. También los obispos vascos han entrado a este trapo

JFA. Vocento se ha interesado por la opinión de los tres obispos de la Comunidad Autónoma Vasca sobre el desarme y otras cuestiones menos terrenales que no ha llevado a titulares y que han tenido menos espectacularidad. Dicen los de Bilbao y Vitoria, Mario Iceta y Juan Carlos Elizalde, lo que cualquiera podría esperar de dos obispos católicos: las heridas tardan en cicatrizar, no es verdad que la iglesia vasca haya sido insensible con las víctimas, la Iglesia cree que la condición humana es capaz de cambiar, de pedir perdón y perdonar, y no ha dejado de acompañar procesos de reconciliación. Dice el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que el anuncio de desarme es claramente insuficiente, que es más por estrategia que por ética, y que “la única respuesta que la sociedad espera es la disolución definitiva de la banda terrorista, porque su mera existencia es una amenaza, aun cuando es claro que ya es imposible el retorno a tiempos pasados”. No es una respuesta esperable de un obispo de la Iglesia que preside el Papa Francisco, pero sí en el activista político-religioso que es Munilla.

Tx. No han faltado noticias esta semana en cuestiones de paz y convivencia…

JFA. En estas andábamos, cuando va y se muere Martin McGuinnes, enterrado con todos los honores y el reconocimiento internacional, como mártir de Irlanda. Fue Arnaldo Otegi uno de los que portaron su féretro, aunque esa imagen apenas se ha podido ver en los medios de comunicación más próximos.

Andábamos en estas cuando llega la noticia de que la Audiencia Provincial de Pamplona reclama para su competencia el juicio a los acusados por el caso Alsasua, porque no aprecia en él presuntos delitos de terrorismo. Coincide ello con las declaraciones del Fiscal General del Estado, de gira por el Norte, defendiendo que España ha sido capaz de acabar con ETA exclusivamente con el imperio de la ley, con el Estado de Derecho, no como “otros países muy democráticos que han recurrido a situaciones de excepción y neurosis en las calles”.

Quedan dos semanas hasta el 8 de abril y solo una para otro aniversario del bombardeo de Durango, previo en un mes al de Gernika y de los que ochenta años después todavía se siguen desvelando nuevos datos para desasosiego de quienes solo para unos casos piden verdad, justicia y reparación.