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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (01/07/2017)

Reflexiones de fin de curso y lo que nos queda para septiembre

Tx. Llegados a fin de curso, ¿qué dejamos, que nos queda para septiembre?

JFA. Dejamos para más adelante, sin resolver,  temas recurrentes como el de la normalización, la pacificación, la convivencia en nuestra tierra; las infraestructuras conflictivas, la solución pendiente a los residuos que generamos. Dejamos sin resolver y con escasas esperanzas temas más generales, algunos de ellos englobados en lo que llamamos la crisis y que se manifiestan en un desempleo inaceptable, en una precariedad laboral alarmante, en una inseguridad en el trabajo a la que no sabemos poner remedio. Entre todos los temas pendientes de clarificación, pocos como el del Tren de Alta Velocidad, convertido ya en materia para cómicos y humoristas, que es la máxima prueba de su socialización. Han escenificado los de ETB un sketch en el que el propio lehendakari, el que le imita y representa,  apuesta por el TAV ante unos corredores de frontón como el asunto de fecha más imprevisible. De momento, no han desdramatizado los humoristas la persistente contaminación de la ría de Bilbao, pero todo se andará, y a alguien se le ocurrirá sugerir una tranquilizadora zambullida en sus aguas del alcalde, al mejor estilo Fraga Iribarne en Palomares. Las fiestas suelen ser propicias también para  este tipo de propuestas.

Y con San Fermín en puertas, en el termómetro de la notoriedad social que las pancartas de las  Peñas son, UPN y las imágenes de sus principales dirigentes han sido este año pasados a segundo plano. Que hablen de nosotros, aunque sea bien, han debido pensar éstos, al echar en falta protagonismos anteriores. Lo que está muy presente en las pancartas de los mozos es  el despropósito de Altsasu, el escándalo de unos jóvenes a los que se pretende juzgar como terroristas por haberse enzarzado en una pelea con dos guardias civiles fuera de servicio, a las cinco de la mañana, en el interior de un bar en fiestas. Llegará un día en el que servirá para una película de denuncia al estilo de otros casos vergonzosos de la justicia, pero no se habrán podido evitar las heridas y señales que esta prolongada situación de cárcel y alejamiento habrá dejado en los jóvenes, sus familias y amigos.

Tx. Está también el caso de los jóvenes de Rentería a disposición de la Audiencia Nacional

JFA. Está en efecto el caso de unos jóvenes residentes en Rentería y  detenidos en Iruña en el contexto de una manifestación en la que hubo destrozos y enfrentamientos con la Policía, a disposición igualmente de la Audiencia Nacional. En ambos casos, piden sin éxito familias e instituciones próximas que sean jueces naturales los que los juzguen, como mandan el Derecho y el sentido común.  Pero Rentería, Errenteria u Orereta, que hasta el nombre de la localidad fue durante mucho tiempo motivo de enfrentamiento, ha sido escenario en estos días de un hecho inédito cuando el alcalde, de EH Bildu, ha pedido públicamente perdón a familiares directos de víctimas de ETA, en nombre de la Corporación y de él mismo, por el daño causado, por la orfandad social en la que les dejaron. Ha sido Rentería laboratorio de revoluciones pendientes, de represiones brutales, de atentados de todo signo: está siendo también, de la mano de un alcalde discreto y audaz, y de representantes públicos de todos los partidos, laboratorio para novedosas experiencias reconciliadoras entre vecinos, que son las más difíciles, que son las más presentes. De lo pequeño y concreto a lo general, parece ser el modelo de una actuación que ha merecido el aplauso unánime.

Tx. Un modelo que seguramente tendrá seguimientos

JFA. Un modelo y ejemplo que debería aplicarse en otros escenarios y con otros protagonistas. Comentando estas y otras cuestiones colaterales, andaban unos tertulianos estos días  a la búsqueda de una persona que concitara el aprecio unánime de  vascos y vascas, una especia de Mandela, alguien que pudiera ser aceptado como modelo y ejemplo por todos. Manejaban nombres y los desechaban de inmediato, porque en seguida les encontraban inconvenientes. Me extrañó que nadie sugiriera por ejemplo a Pedro Arrupe, y eso que estaban de por medio profesores de Deusto. “No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido”, habría dicho el general de los jesuitas, sin imaginar siquiera que los más próximos se habían acostumbrado  tan pronto a no recordar su vida. Igualmente y a propósito de la osada intervención de Josep Guardiola a favor del derecho a decidir en su país, se preguntaban en antena otros si en Euskadi habría algún deportista que pudiera jugar un papel similar, y no acertaban a dar con ninguno. Me extrañó que a ninguno se le ocurriera nombrar a José Angel  Iribar que, en plena actividad todavía como portero del Athletic y de la Selección de España, osó airear una ikurriña ilegal y comprometerse hasta las cachas con la defensa de causa nacional vasca. Luego me di cuenta de que la explicación para las ausencias de Arrupe e Iribar era la misma: los contertulios eran muy jóvenes.