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El Conquistador del Fin del Mundo

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Capítulo dieciséis

Manu y Metxa dicen adiós a la aventura, y los Yacarés ya son historia

La extinción de los Yacarés no pudo ser más triste. Manu y su equipo difícilmente olvidarán su paso por la selva misionera. La vuelta de Ari es una inyección de moral para los coatíes de David Seco.

Está claro que al tortuoso y torpe caminar de los Yacarés por esta aventura hay que sumarle algún fenómeno extraño para entender el rosario de calamidades que les ha perseguido hasta su desaparición. La última, la de Metxa. La argentina se veía con posibilidades ante Ari, pero el hombro se le enganchó con el infernal artilugio de sube y baja dejándola fuera de combate a las primeras de cambio. Su capitán, Manu Maritxalar, no se lo podía creer. “¿Qué más puede pasar?”, musitaba para sus adentros. Siempre hay algo más, y ese regalo extra era la visita de Julian anunciándoles su disolución como equipo y, por tanto, el adiós de Manu a la aventura.

Experiencia que no olvidarán los Yacarés

El ex boxeador difícilmente olvidará su paso por la selva misionera y seguramente su equipo tampoco. Todos tendrán que hacer una profunda reflexión sobre lo sucedido antes de pasar página, porque de lo contrario el fantasma del Conquistador les perseguirá durante mucho tiempo.

Hasta nueva orden, Diana, Eneko y León velan armas en su maltrecho campamento con un sabor agridulce. Adiós a los Yacarés, pero bienvenido lo que sea porque peor no puede ser, o eso es lo que piensan, olvidando que la aventura aun no ha llegado a su ecuador.

Inyección de moral para los Coatíes

La vuelta de Ari al campamento coatí no es suficiente para olvidar la marcha de Fredi, pero sí supone una inyección de moral para los de David Seco que poco a poco se están transformando en auténticos guaraníes, algo impensable hace muy pocas fechas.

Entre tanto, en el campamento Yaguareté continúa la fiesta y el show de Juanito. El elixir de los dioses le ha dado alas al montañero mostrándonos su lado más divertido. Todo apunta a un despertar bastante duro para el vitoriano, pero que le quiten lo bailado.