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Curiosidades de cine

La muerte de James Whale, el suceso más misterioso de Hollywood

Se cumplen 60 años de la pérdida del cineasta y su fallecimiento en extrañas circunstancias aún sigue alimentando toda clase de rumores.  

8:20

Se cumplen 60 años de uno de los hechos más misteriosos de la crónica negra de Hollywood y 'La Noche De…' ha querido recordarlo. Un suceso sin pistas, sin pruebas, sin un hilo del que la Policía pudiese tirar, y sobre el que han circulado toda clase de rumores, durante más de seis décadas.

El número 788 de la calle Amalfi Drive en Los Ángeles es la dirección de la lujosa mansión en la que apareció muerto su propietario en extrañas circunstancias. Era el 29 de mayo de 1957, y el cadáver fue encontrado en la piscina, flotando en el agua. Ese fue el primer detalle sospechoso, porque la víctima tenía miedo al agua y ni siquiera se acercaba a ella. Además, tenía un extraño golpe en la frente, a pesar de que en el lugar no había objetos contundentes ni señales de violencia. No había ninguna pista y el misterio era comparable al los films que rodó el fallecido, un famosísimo cineasta especializado en películas de terror.

Se llamaba James Whale, director de grandes clásicos como El doctor Frankenstein, La novia de Frankenstein o El hombre invisible. Además, también triunfó en otros géneros, dirigiendo el musical Magnolia o el drama bélico El puente de Waterloo. Tuvo tantos éxitos que llegó a ser el director mejor pagado de Hollywood en los años 30, y su vida fue narrada en Dioses y monstruos, con Ian McKellen en el papel de James Whale, secundado por Brendan Fraser. McKellen fue nominado al Oscar de mejor actor principal por este papel y la propia película ganó un Oscar de mejor guión.

El auténtico James Whale nació en Inglaterra, y al llegar a Hollywood cultivó una refinada imagen de aristócrata inglés. Aunque esa imagen era una farsa y nada tenía que ver con los verdaderos hechos de su vida.

Whale nació en un pueblo minero muy humilde llamado Dudley, en el corazón de Inglaterra. Y no fue a Oxford ni a Yale, sino a las clases nocturnas de la Escuela de Artes y Oficios, donde estudió para ser dibujante y diseñador. Lo que nunca imaginó es que su talento para el dibujo le ayudaría a sobrevivir en la Primera Guerra Mundial. Herido en batalla, el joven Whale fue apresado por los alemanes y estuvo en un campo de prisioneros durante 15 meses. Para matar el tiempo, montó allí un grupo de teatro con otros presos, y se ocupó del diseño de los escenarios. De vuelta a Inglaterra, aprovechó su experiencia teatral en la guerra para buscar empleo en los teatros de Londres, donde trabajó diez largos años, ascendiendo poco a poco hasta ser director de teatro. Fueron, precisamente, sus éxitos teatrales los que le hicieron recibir una oferta de Hollywood.

El cineasta desembarcó en Estados Unidos a los 40 años, mintiendo sobre su pasado para parecer un aristócrata, pero nunca sobre su orientación sexual. Whale fue abiertamente gay cuando casi nadie se atrevía a serlo, un hombre adelantado a su tiempo que le hizo ganarse algunos enemigos, empezando por los nazis.

El atrevido James Whale rodó una película anti nazi en el año 1937. Dos años antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial y cuando los nazis tenían todavía mucho apoyo en Estados Unidos. Aún así, llevó a cabo el proyecto porque, después de sus triunfos en el cine de terror, era el director estrella del momento. Sin embargo, con la película ya terminada, empezaron los problemas.

La cinta se titulaba The Road Back, y semanas antes del estreno el cónsul alemán en Los Ángeles envió cartas amenazantes a sus productores. Se les dijo que si seguían adelante con ese film el régimen nazi podría prohibir todas las películas de sus estudios en los cines de Alemania, lo que habría supuesto grandes pérdidas para esos productores. Finalmente, para proteger su dinero y contentar a los alemanes, hicieron 21 cortes en la película de James Whale, y le añadieron escenas nuevas filmadas por otro director, convirtiendo así su drama en comedia.

Hundido por el fracaso, Whale se retiró el cine y rompió con su pareja, un productor llamado David Lewis con el que llevaba 20 años de relación. Deprimido porque su carrera parecía muerta, se entregó a una vida de excesos y se centró en celebrar fiestas gays llenas en jóvenes en bañador, alcohol y drogas.

Su disipada vida le pasó factura, y sufrió dos ataques al corazón casi seguidos y un derrame cerebral del que nunca se recuperó del todo. Renunció a las fiestas y a los jóvenes amantes, se recluyó en su mansión y sólo recibía visitas de su exnovio y todavía amigo, David Lewis. De hecho, este último fue la primera persona que se presentó en casa de Whale, avisado por la criada, cuando ésta encontró el cadáver del cineasta en la piscina. Eso permitió a David Lewis guardar un secreto del que nadie supo nada hasta treinta años después.

Al parecer, Lewis encontró una nota de suicidio junto a la piscina, de la que nadie supo nada hasta que el mismo la divulgó poco antes de su propia muerte en 1987. La mantuvo oculta para proteger la imagen de su amado James Whale y que no cayera sobre él la entonces pesada losa del estigma del suicidio. Lo malo es que, al ocultar la nota, se desataron toda clase de rumores de asesinato.

Se dijo que pudo ser asesinado por algún antiguo amante o incluso por un simpatizante de los nazis, pero lo único cierto es que James Whale se suicidó. Aunque lo hizo de una curiosa manera: lanzándose de cabeza a la piscina por el lado menos profundo. El cineasta se dio un fortísimo golpe en la frente contra el fondo, quedó inconsciente en el agua y se ahogó. Tenía 67 años cuando murió, pero sus películas son inmortales y se podrán seguir disfrutando eternamente.