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cultura

Entrevista

"Hablamos de identidad con perspectiva de lucha, pero las etiquetas dan felicidad y generan lugares seguros"

Berezi Fernandez | EITB Media

Cristina Lizarraga, integrante del grupo musical Belako, habla sobre identidad, bisexualidad y colectividad en el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.

  • Cristina Lizarraga

    Cristina Lizarraga

Al igual que le ocurrió a mucha otra gente, el 2020 abrió una brecha en la vida de Cristina Lizarraga. En ese año de "introspección obligada" y tras "comer mucho techo", la artista vivió un despertar, un momento catártico que marcó su identidad para siempre: "Ese año me supuso mucho dolor en muchos aspectos, pero también liberación y encuentro", recuerda. 

Uno de esos encuentros ocurrió mientras veía un vídeo de Elisa Coll y La Psico Woman hablando sobre bifobia y bisexualidad en Pikara Magazine. "Conecté con la identidad de la bisexualidad por la bifobia, porque me identifiqué con las violencias", explica la entrevistada. Fue entonces cuando se dio cuenta de que llevaba toda la vida sin entender su propia identidad "no solo en lo relacional o lo sexo-afectivo, sino como persona, en cómo habitas el mundo y cómo te posicionas". 

Tras ese despertar, decidió que era un buen momento para "legitimarse" y exponer en sus redes sociales el momento en el que contó a su familia que era bisexual. Al nombrarse, se sintió a salvo: "La etiqueta de la bisexualidad para mí es un refugio absoluto, un punto desde donde puedo crear vínculos super sólidos con gente que no conocía de nada pero que nos entendemos gracias a esto. La etiqueta es una manera de colectivizarse, de legitimarnos por fin como parte del colectivo LGTBI".

"Cuando hablamos de nuestra identidad, lo hacemos desde una perspectiva de lucha, hablando de violencias y en pie de guerra. Pero también es importante decir que las etiquetas dan mucha felicidad, dan muchas alegrías y generan lugares seguros", añade Lizarraga. Aclara que, con esta afirmación, no quiere decir que todo dentro del colectivo sea luz y color, sino que las etiquetas son "un remanso de paz para quienes están empezando a tejer redes de esta forma". 

En el proceso de abrazar su identidad, la colectividad y las amigas han sido claves para la artista: "Me he desarrollado en la adultez en un grupo de música, he aprendido de feminismo y del colectivo LGTBI gracias a mis amigas. Creo que es muy importante recordar que ningún aprendizaje lo he hecho sola, siempre ha sido con amigas".

Las identidades disidentes, el mainstream y la industria de la cultura

Cristina Lizarraga afirma que, "teniendo todos los privilegios", goza de un contexto cómodo en el que nombrarse. En este sentido, señala que en su entorno laboral y personal siempre ha encontrado respuestas favorables y amables. 

"En el mainstream hay muchísima falta de posicionamiento y mucha endogamia, quienes generamos espacios para el diálogo y para colectivizarnos estamos relacionándonos casi siempre con la misma gente y se nos olvida que hay un mundo exterior"

Aun así, subraya que en el mundo de la cultura siguen faltando referentes y es por eso que "cuesta tanto" salir del armario de forma pública.

Asimismo, explica que la identidad es algo que sigue sin estar a la orden del día: "En el mainstream hay muchísima falta de posicionamiento y mucha endogamia. Quienes generamos espacios para el diálogo y para colectivizarnos estamos relacionándonos casi siempre con la misma gente y se nos olvida que hay un mundo exterior en el que aún esto se cuenta como un relato de vergüenza, de violencia y de hostilidad. Esto sigue siendo tabú para mucha gente joven, por mucho que consumamos películas y series que hablen de institutos en los que hay todo tipo de relatos".

Para contribuir al reconocimiento de estas voces acalladas, la cantante opina que "la gente del mundo de la cultura, del arte y de la música tiene que hacerse cargo de su responsabilidad porque la gente necesita referentes".

Comprometerse sí, pero sin cargar sobre sus espaldas el peso de toda una sociedad, ya que esta labor debería repartirse entre "la educación, las leyes, las instituciones públicas, las familias y un largo etcétera de agentes que deberían responsabilizarse para que todo el mundo se sienta a gusto ondeando el arcoíris".