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Música

Entrevista en Euskadi Irratia

Benito Lertxundi: 'Como nación libre, tendríamos un lugar en el mundo'

Natxo Velez | eitb.com

El músico oriotarra recibirá el próximo 12 de junio la Medalla de Oro de Gipuzkoa, otorgada por la Diputación. El programa de Euskadi Irratia "Faktoria" ha querido hablar con él unos días antes.

La Diputación Foral de Gipuzkoa distinguirá el próximo día 12 de junio con la Medalla de Oro del territorio, mayor rango honorario que puede otorgar, al cantautor oriotarra Benito Lertxundi, para agradecerle el esfuerzo realizado a favor de la música, la cultura y el idioma vascos.

La portavoz foral Larraitz Ugarte apeló al mensaje poético y político que Lertxundi hizo llegar a través de su música "a quienes estaban sometidos por la represión" para explicar lo méritos contraídos para la condecoración.

Ante eso, Lertxundi ha explicado ante los micrófonos de la radio que "todo lo que ocurre en la sociedad le salpica a uno, y eso se puede utilizar para muchas cosas, ya sea porque realmente se cree en ello o en pos del reconocimiento social, pero las canciones también tienen otra vertiente más personal. Precisamente, al llegar a un punto de madurez, cuando ya no te preocupa el reconocimiento, las canciones se hacen mirando más hacia dentro".

De todas maneras, Lertxundi opina que aún hay hueco para las consignas políticas en la música, aunque quizás en el contexto actual hayan de hacerse de una manera diferente: "Ante situaciones precarias, como bajo el yugo de una dictadura por ejemplo, se tiende a pensar que hay que expresarse a borbotones, y se lanzan mensajes más cortos e identificables. Sin embargo, hoy en día todo es más oscuro y farragoso, y estamos obligados a actuar de otra manera, más sibilinamente; se puede criticar, por ejemplo, a los ciudadanos", ha dicho.

"Hay que optar por emanciparse"

"A día de hoy, el enemigo somos nosotros mismos. Falta una actitud decidida, ya que vivimos en una esquizofrenia permanente: aunque seamos un pueblo sometido, mostramos intención y querencia por participar en la liturgia, en la cultura política, de quien nos somete y eso nos hace perder tiempo y nos debilita".

Lertxundi también se ha referido a qué es lo que hay que hacer antes esa situación: "Un pueblo sometido tiene que optar por emanciparse y necesita desarrollar su musculatura para poder negarse a realizar los deberes que le pone quien le somete (impuestos...), para poder desobedecer. Ese músculo se nutre de gente, de la masa", según ha explicado.

En opinión del músico guipuzcoano, "Nosotros llevamos tanto tiempo sometidos que tenemos la memoria atrofiada y surgen dudas, pero tenemos que tener muy claro qué somos, qué queremos ser y cómo debemos recorrer el trayecto entre esos dos puntos. Sin duda alguna, yo quiero ser independiente en todos los ámbitos. Queremos estar en el mundo  en igualdad de condiciones. No hay duda de que un pueblo impulsado por su propio motor es más rico".

La música vasca es vista desde fuera, en opinión de Benito Lertxundi, bajo un prisma de "provincianismo y regionalismo": "Por el contrario, si fuéramos una nación libre se hablaría de nuestra producción nacional, como se hace sobre la búlgara o la inglesa... y tendríamos nuestro lugar en el mercado internacional. Sin embargo, quien se acostumbra a las medianías acaba siendo eso mismo: una medianía".

Patrimonio musical

No cabe duda de que Benito Lertxundi está intrincado en el subconsciente musical colectivo vasco. Aún así, como él mismo ha reconocido, no siempre sus acordes y sus letras han realizado una fácil singladura desde su mente hasta la cultura popular.

"Bizkaia maite la compuse rapidísimo, quizás en veinte minutos: tenía la guitara entre mis manos, y fui poniendo música automáticamente a las palabras que tenía delante. De todas formas, lo más curioso fue que esa canción estuvo a punto de quedarse fuera del disco Zuberoa / Askatasunaren semeei debido a razones técnicas relacionadas con la duración que habían de tener los discos de vinilo. Por fortuna, los trabajadores de la fábrica de disco pudieron arreglar el problema originario y la canción acabó entrando en el disco", ha relatado Lertxundi.

Respecto a sus sentimientos al ser consciente del peso del que goza en la banda sonora de la vida de muchos vascos, el bardo se siente agradecido: "Es una sensación indescriptible cuando hay gente que te cuenta que han elegido tu música hasta para morir. Recuerdo que un chico me contó por carta que pusieron a su abuela, una mujer de Deusto,  mi disco Gaueko ele ixilen baladak cuando estaba en sus últimas horas y encontró en él la tranquilidad para irse en paz, cuando los médicos no habían podido calmarla. Muchas veces, cuando te encuentras peleando en casa con canciones que no salen, te acuerdas de esas cosas".

De todas maneras, ese éxito también ha convertido a Benito Lertxundi en preso de sus propias canciones: "Dejaría de cantar Baldorba, Erribera y algunas otras, aunque fuera por una temporada, pero luego te piden que las toques y terminas claudicando ante la gente".

En la otra parte de la balanza, en la de sus preferidas, pone una canción de cuna que escribió hace 18 años para su hija, "Iluna denerako".

Precisamente, de la cuna le viene a Benito Lertxundi la relación con la música, la cual necesita "como el aire".

Aún así, también a él le ha tocado sufrir la crisis y toca menos de lo que le gustaría. "La crisis comienza siendo económica pero finalmente lanza sus tentáculos indiscriminadamente, y termina adormeciendo nuestras mentes. Hay sitios en los que les ofrecemos tocar gratis a cambio de que nos dejen usar sus infraestructuras, y no logramos ni eso, porque, quizás, están pendientes de otras cosas. En los ayuntamientos, actualmente no hay animadores culturales eficaces. Acometen las iniciativas como gasto en lugar de hacerlo como inversión".

"Yo también he realizado cambios en mi equipo de trabajo en busca de savia nueva y he delegado mi management a una nueva empresa en manos de gente muy emprendedora. Todavía tengo ganas de seguir", ha concluido.