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Transantartika 2011
1 de enero de 2012: Crónica desde la Antártida
Redacción
Iñurrategi, Vallejo y Zabalza han tenido que quedarse en la pequeña tienda a la espera de que sople el viento favorable que les permita mantener el rumbo hacia Bahía Hércules.
El viernes 29 de diciembre a eso de las 10 de la mañana hora utc cumplíamos el primer gran objetivo de esta expedición, un sueño que a buen seguro nos dejará una huella más profunda que la que en un principio pensábamos: llegábamos a los 90 S,el lugar donde convergen todos los meridianos y donde, mires donde mires, ya no hay más remedio que viajar a norte. Coincidió además con el mejor día de cometeo de todos los que habíamos tenido hasta el momento, una nieve excelente y un viento perfectamente direccionado a nuestro destino, tanto que incluso por un momento nos dio pena tener que parar y desaprovechar las mejores condiciones para navegar de todo el viaje.
Aunque se trate de uno de los lugares mas extraños y desolados en los que yo haya estado y la temperatura de -28 grados que nos recibió no era para nada acogedora, por un momento nos sentimos como en casa; ver gente de un lado para otro y el barracón de ANI (la compañía con la que contratamos los vuelos a la Antártida), que, sin ser nada del otro mundo, nos pareció un lujo asiático en comparación con nuestra minúscula tienda. El resto del paisaje lo componen una impresionante construcción de unos tres pisos que hace la veces de base científica (americana para más datos) y otro edificio que según nos informaron lo dedican a la investigación de neutrinos (nadie supo decirnos qué son exactamente), un gran telescopio y un buen número de pequeñas cabañas y barracones de uso indefinido que dan al polo un aspecto bastante parecido al de un pueblo abandonado del antiguo oeste americano. ¡Ver para creer!. Nos aseguran que durante el verano trabajan aquí entre 200 y 250 personas entre científicos y personal de todo tipo.
En un principio pensábamos quedarnos todo un día en este lugar, pero después de hacernos las imprescindibles fotos en el punto que indica el polo Sur y dar un pequeño paseo por los lugares por los que no está prohibido pasar, decidimos que al día siguiente retomaríamos la marcha. Scoot el tipo encargado de la tienda de ANI amablemente nos invitó a compartir esa noche la cena con él y con otro grupo de personas que llegaron el día anterior de hacer el "last degree". Esto del ultimo grado es el último gran descubrimiento de las agencias de aventura para sacar unos buenos cuartos a la gente que quiere viajar al polo. Se trata de recorrer la distancia que separa los 89 grados sur con los 90 (unos 108 kms ) en la gran mayoría de los casos con todo organizado y con una persona que hace las veces de guía, además de un cocinero de campaña. Una vez alli, normalmente unos cinco días después regresan en avión a sus casas. Hasta aquí todo perfecto, salvo que en algunos casos, hay quienes vuelven convencidos de ser grandes exploradores polares.
Aunque aún tenemos víveres de sobra aceptamos encantados la invitación de Scoot a cenar con ellos aunque sólo fuera para ver otras caras y hablar con alguien que no sea con quien llevas haciéndolo ininterrumpidamente desde hace 45 días.
El polo nos ha insuflado nuevas fuerzas par intentar acabar la travesía, 1.200 kilómetros más, pero contamos con días suficientes y con la seguridad que nos da el haber recorrido ya dos tercios del total. Estamos ya convencidos de poder llegar a la cada vez más cercana bahía de Hércules y finalizar así nuestra particular aventura en el continente helado.
Juan.