notas de prensa
Radio Euskadi
Barrence Whitfield y Petti en acústico en "La Jungla Sonora"
Joseba Martín
JunglaPress
El cantante de Boston y el artista de Bera unen fuerzas en un disco y en una gira conjunta.
El cantante estadounidense Barrence Whitfield y el navarro Petti han protagonizado la sesión junglera nº 30 de la actual temporada, con un concierto acústico desde los estudios de "La Jungla Sonora" de Radio Euskadi. Se podría definir esta cita como la de la doble B: es una conexión musical entre dos ciudades que estaban condenadas a hermanarse algún día, porque son las que más músicos tienen por kilómetro cuadrado y en directa proporción a su número de habitantes. Quienes han hecho realidad ese predestinado encuentro cultural son Petti y Barrence Whitfield. Si visitáis en Internet la página de Wikipedia dedicada a Bera, comprobaréis que, entre otras cosas, el pueblo destaca por la cantidad de músicos que han nacido en él, con el clan de los Irazoki al frente. Boston, por su parte, ha sido la capital mundial del rock de garage gracias a bandas pioneras como los Remains. Y de ahí surgieron DMZ, Real Kids y Lyres, al igual que nuestro Barrence Whitfield, que ha colaborado con miembros de todas esos combos a lo largo de su carrera, e incluso llegando hasta su último disco en solitario, el vibrante "Raw, Raw, Rough!".
Entre todos los hijos de Bera se puede decir que Petti es el que va más por libre. Su viaje mental le ha llevado a confundirse, desde sus raíces a orillas del Bidasoa , con otros habitantes de la noche oscura como Tim Buckley, Nick Drake, Tom Waits, Nick Cave o Jimi Hendrix; pero sin poder evitar compartir los verdes paisajes poéticos que quedan por encima de los tejados de las casas con Neil Young, Mark Lanegan, Screaming Trees o Walkabouts. Impresiona lo rápido que ha crecido musicalmente, llevado por esa desbordante pasión que ya ponía de chaval cuando tocaba en Noise Hole. Emociona verle tan suelto e identificado con el hermano "beltza", hasta el punto de que sus estilos respectivos se amalgaman gracias a una feliz y genial invención llamada The Bloodyhotsaks.