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Felipe Etxebarria

Análisis

La Nueva Ruta de la Seda china paralizada por la pandemia

FELIPE ETXEBARRIA

FELIPE ETXEBARRIA

Con inversiones gigantescas en infraestructuras quería China aumentar su influencia global. La pandemia lo ha detenido, pero el objetivo de Pekín se mantiene: un nuevo orden mundial.

La reciente cumbre de la OTAN ha acusado a China de intentar subvertir el orden internacional. Esta acusación se produce días después de que el G7 reunido en Baviera, que no pierde de vista el desafío que representa el gigante asiático, decidió impulsar de forma coordinada planes de inversiones para contrarrestar la influencia China en el mundo. Se prevé que se aportará la gigantesca cifra de 600 000 millones de dólares de capital público y privado, de los cuales EE. UU. aportaría 190 000 millones.

La estrategia para la Nueva Ruta de la Seda lanzada por el presidente chino Xi Jinping en 2013 está estancada, según distintos observadores. No parece ser tan poderosa como a veces se la supone. El volumen de los créditos chinos a los países en desarrollo ha disminuido rápidamente desde 2016. Hay diferentes estimaciones sobre el volumen de este retroceso, porque China no publica datos fiables sobre estos préstamos ni sobre el contenido de los contratos. Un estudio de la Universidad de Boston ha llegado a la conclusión de que los dos bancos para el desarrollo más importantes del país redujeron sus préstamos en 2019 un 94 % respecto a 2016. En el mismo periodo, la Universidad John Hopkins cifró en un 74 % esa reducción de los créditos chinos a los países africanos.

Una razón inicial, más política que económica

Tras ser lanzada la idea, los bancos y las empresas estatales chinas se vieron bajo presión para apoyar y financiar muchos y grandes proyectos del Tercer Mundo sin tener en cuenta los riesgos y la solvencia de los proyectos. La lógica económica apenas jugó ningún papel en esas decisiones. Ello dio fama a la iniciativa china de ser "una trampa de deuda" y llevó a China a tener que cancelar o reprogramar muchos de los préstamos a esos países. El apetito por el riesgo de los bancos de desarrollo chinos disminuyó después de que los líderes de Pekín les advirtieran que tenían de que administraran mejor el riesgo.

La pandemia del covid ha acelerado la tendencia a la baja

Muchos proyectos de la Nueva Ruta de la Seda iniciados antes de la pandemia parecen haber sido abandonados, según un estudio reciente del banco de inversiones francés Natixis. Las negociaciones y la planificación de nuevos proyectos están paralizados porque China ha cerrado sus fronteras desde hace más de dos años.   Ni los que toman las decisiones, ni los ingenieros, ni los trabajadores han podido viajar a los países en cuestión. Las consecuencias económicas de la pandemia y las guerras han hundido aún más en la crisis de deuda a países como Pakistán, Sri Lanka y Zambia. La propia estrategia china de cero-Covid ha estancado la economía, y los bancos están bajo presión para conceder créditos en el proprio país en lugar del extranjero

Ahora se proclaman objetivos de seguridad

La nueva dirección china quedó marcada a finales del pasado año en la cumbre China-África. Si en 2018 el presidente Xi Jinping habló de "infraestructuras" e inversiones de 20 000 millones de dólares, en 2021 rebajó esa cifra a la mitad para la "economía y las necesidades comerciales". China se alejaba así de su política de préstamos centrados en infraestructuras, señala el instituto Brookings de EEUU.

Ello no significa el final de la Nueva Ruta de la Seda, porque la iniciativa está anclada en la constitución china y porque Pekín ya ha firmado declaraciones de intención con 146 países. La Nueva Ruta de la Seda se ha transformado en una estructura organizativa con la que China rige sus relaciones internacionales y con ella afronta nuevas necesidades. La diplomacia de las vacunas anti-Covid ha sido vendida como la Ruta de la Seda de la salud. La exportación de infraestructuras de las telecomunicaciones como el 4G, se enmarca con el nombre de Ruta de la Seda digital.

China negaba en el pasado que la Ruta de la Seda fuera una iniciativa geoestratégica, pero ahora la vincula con objetivos de la política de seguridad. Así China ha negociado con las islas Salomón un pacto de seguridad que le permite el envió de soldados, buques de guerra y el uso de sus puertos.