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Análisis: Grecia, sí o no cuanto antes

Si Grecia consigue celebrar el referéndum sobre el plan de rescate en un mes, eso es una buena noticia. El problema con los procesos electorales es que entre que se convocan y se votan, pasan meses.

Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB

Jesús Torquemada

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Si el Gobierno de Grecia consigue celebrar el referéndum sobre el plan de rescate europeo en un mes, tal y como ha dicho el primer ministro Papandreu, eso es una buena noticia. El problema con los procesos electorales es que, entre que se convocan, se hace la campaña y se vota, pasan varios meses. Y, en este caso, eso no puede ser, no se puede mantener la incertidumbre tanto tiempo. Un mes sigue siendo mucho tiempo en esta situación, pero mucho peor sería tener que esperar hasta enero o febrero.

De todas formas, más vale que todos, griegos y europeos, empiecen a preparar ya soluciones para los distintos escenarios que resultarán en caso de victoria del “sí” o del “no”. Si sale el sí, Grecia podrá continuar dentro del euro, aunque seguirá al borde de la bancarrota, y la población tendrá que aceptar ajustes más duros aún de los que ya viene padeciendo. Si sale el no, el plan de rescate desaparece, Grecia no recibe más financiación de la Unión Europea, no tiene dinero ni para pagar a sus funcionarios, el país se declara en bancarrota y tiene que salirse del euro.

A ver cómo se explica esto con claridad en medio del ruido político de una campaña electoral. Papandreu les dirá a los griegos que no hay otra solución y que fuera del euro está el infierno; pero ya aparecerán políticos de la oposición que prometerán el cielo fuera del euro, o que dirán que el problema es que Papandreu lo hace mal y que no pasa nada, que se puede decir que no al ajuste y a la vez seguir en el euro, aunque eso es ya imposible.

El referéndum es un ejercicio democrático y no se le puede negar a Papandreu valor al convocarlo. El enfado de sus colegas europeos viene de que Papandreu debía haberles avisado de que lo que él firmó, como representante de Grecia, tras unas negociaciones tan complicadas al final podría no valer para nada.

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