Economía -

Análisis

Italia, en el punto de mira de los inversores internacionales

Italia es un gigante con una industria potente y unas cifras macroeconómicas no tan malas para los tiempos que corren: el paro está en el entorno del 8% y su déficit no es tan exagerado.

Pedro García Larragan, en imagen de archivo. Foto: EITB
Pedro García Larragan, en imagen de archivo. Foto: EITB

Pedro García Larragan

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Italia está ahora en el punto de mira de los inversores internacionales. De Grecia todo el mundo se lo esperaba, España no sorprende... pero Italia sí. ¿cómo es posible que la economía italiana pueda estar abocada a la quiebra? Es la tercera economía europea, la octava del mundo, y su economía supone casi el 20% del total de la Unión Europea.

Italia: un gigante con una industria potente y unas cifras macroeconómicas no tan malas para los tiempos que corren: el paro está en el entorno del 8%, y su déficit (el desajuste entre lo que ingresa y lo que gasta) no es tan exagerado. Según la previsión del FMI, este año cerrará con un déficit público del 4% (Recordemos que España andará por el 7%).

Pero tiene dos problemas: uno, su enorme deuda; dos, Berlusconi. Empecemos con la deuda. Italia, como algunos ricachones, tiene mucho: un coche de lujo, una casa de lujo, una bonita residencia de verano, un yate, un avión privado y un buen sueldo. Claro que para mantener su ‘alto nivel de vida’, necesita más. Así que pide prestado y, como es solvente, los bancos se lo conceden. Es lo que ha ocurrido en los últimos años, de tal forma que Italia, ahora mismo, tiene mucho, sí,...pero también debe mucho.

En concreto, el 120% de su PIB; esto es, debe más de lo que su economía (salario) es capaz de producir (ganar) en un año. En esto llega la crisis, y los bancos cierran el grifo. Hay que adecuar el nivel de vida, a los ingresos reales. Con un añadido: que además, los ingresos reales, por esto de la crisis, van a bajar. Los prestamistas empiezan a ponerse nerviosos y se preguntan si Italia podrá pagar lo que les debe.

A esto, añadamos la credibilidad de un personaje como Berlusconi, más conocido por sus famosas fiestas que por su capacidad de gestión. La llegada de tecnócratas a los gobiernos de Italia y Grecia es en ese sentido, algo a seguir con atención.

¿Soluciones? Primero, dimisión de Berlusconi. Segundo, recortes para adecuar el nivel de vida a los ingresos reales. Y tercero, tranquilizar a los prestamistas para que no le corten el crédito, porque eso le llevaría a la quiebra. Las dos primeras están en marcha, la tercera es la más complicada, porque no hay quien garantice el pago si Italia no puede. La Unión Europea no está por la labor, y el BCE no puede por sus estatutos. Eso sí; todos coinciden. Italia no puede caer. No hay dinero a escote para pagar lo que debe.

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