Internacional -
EE. UU., sin Presupuestos
El Gobierno de EE. UU. echa el cierre por primera vez en 17 años
Cientos de miles de funcionarios tendrán que quedarse en casa y muchos servicios dejarán de funcionar después de que el Tea Party bloqueara los Presupuestos de Obama.
Redacción
El órdago lanzado por el ala más combativa del Partido Republicano contra la reforma sanitaria del presidente Barack Obama llevó hoy al Gobierno de EE. UU. a tener que cerrar parcialmente por falta de presupuesto, una situación que no vivía el país desde hacía casi dos décadas.
El bloqueo legislativo en Washington es total y lo ocurrido con el presupuesto hace temer una crisis aún mayor, dentro de quince días, cuando el Tesoro alcance su techo de endeudamiento y el Gobierno tenga que volver al Congreso a pedir permiso para aumentarlo.
El cierre parcial de la Administración significa que no abrirá la mayoría de las oficinas federales, cientos de miles de funcionarios tendrán que quedarse en casa, y numerosos servicios visibles, aunque no esenciales, dejarán de funcionar.
El Gobierno federal es el principal empleador de EE. UU., con más de dos millones de civiles asalariados y 1,4 millones de militares en activo.
Los militares y los agentes encargados de la seguridad nacional son los únicos a quienes se les garantizará la paga, por decisión expresa de las dos cámaras del Congreso y del presidente, que al menos coinciden en que el orden público no debe peligrar por las luchas partidistas.
De los parques nacionales a la Estatua de la Libertad, por no citar más que algunas de las atracciones emblemáticas de este país, colgarán el "cerrado hasta nueva orden", por falta de fondos, si bien los carteros o los controladotes aéreos o los guardias fronterizos que reprimen la inmigración ilegal seguirán en sus puestos, aunque ninguno de ellos cobrará su salario hasta que el conflicto se resuelva.
Los dos grandes partidos, el republicano y el demócrata, se echan mutuamente la culpa de una situación bochornosa que revela la peligrosa parálisis a la que ha llegado la política estadounidense.
Si bien no es nueva la coyuntura de "gobierno dividido" que vive EE. UU., en la que un partido -en estos momentos el demócrata- controla la Casa Blanca y una de las cámaras (el Senado), mientras que el otro -el republicano-, domina la otra (la Cámara de Representantes), lo que sí es nuevo es la incapacidad de ambos para superar sus diferencias.
Las últimas horas de este desacuerdo presupuestario han sido un diálogo de sordos entre las dos ramas del Legislativo, que se han pasado la pelota una a otra con la intención, no de encontrar una salida, sino de hacer aparecer al otro como culpable.
En esta ocasión, sin embargo, la mayoría de los observadores coincide en señalar a los republicanos, en particular a su facción más feriz, el Tea Party, como el desencadenante de la parálisis, al haber ligado la aprobación de un presupuesto temporal, que habría evitado el cierre, a la revocación de la reforma sanitaria de 2010, el gran logro de Obama.
El presidente lo denunciaba así: "Una facción de un partido, en una cámara del Congreso, en una rama del poder, no puede cerrar el Gobierno entero solo para reabrir el resultado de una elección".
Obama había advertido de que no negociaría bajo el chantaje de esa minoría, porque "uno no obtiene un rescate por hacer lo que es su obligación", esto es, en el caso del Congreso, aprobar un presupuesto.