Internacional -
Análisis
Desnuclearización sí, pero menos de lo que parece
Conviene precisar que esos tratados de Washington y Moscú, aunque se presentan como acuerdos de desnuclearización, apenas representan una disminución de la amenaza nuclear.
Jesús Torquemada
El acuerdo de control de armas nucleares que firman hoy Obama y Medvedev no es el primero al que llegan Washington y Moscú.
Antes firmaron los llamados SALT I y START I, en las épocas de Nixon, Reagan y Bush padre. Además firmaron el START II, más ambicioso, pero que no llegó a entrar en vigor porque el Senado estadounidense no lo ratificó.
También firmaron un tratado para limitar los sistemas antimisiles, pero Bush hijo se salió de él para desarrollar su famoso escudo. Obama, cuando llegó, abandonó el proyecto de Bush, pero tiene planes para otro escudo antimisiles más pequeño que a los rusos no les hace ninguna gracia, porque no se creen que vaya contra Irán y opinan, por el contrario, que afecta a la seguridad de Rusia.
Conviene precisar que esos tratados, aunque se presentan como acuerdos de desnuclearización, apenas representan una disminución de la amenaza nuclear que pesa sobre el mundo. Evidentemente, no es lo mismo vivir con 20.000 bombas atómicas listas para ser usadas, como había a principios de los años 90, que con las 3.100 que establece como límite el acuerdo que firman hoy en Praga. Pero esas 3.100 son más que suficientes para destruir varias veces la vida de la Tierra, y además en el acuerdo no entran las cabezas atómicas que se guardarán en la reserva y que, en caso de necesidad, podrían ser puestas en situación operativa.
Mantener un arsenal nuclear operativo es caro, y por eso tanto a Washington como a Moscú les conviene reducir su tamaño. Así que al final el nuevo tratado, como los anteriores, obedece más a razones propagandísticas y económicas que a un deseo real de impulsar el desarme atómico.