Alemania marca el rumbo a Europa

La decisión adoptada por la canciller alemana, Angela Merkel, es de una extraordinaria gravedad. Va a marcar el futuro de la Unión Europea y el del euro. Alemania es el único país de la Unión Europea que podría adoptar medidas para animar la economía.

Su déficit público, aunque alto, es mucho más bajo que el de los países de alrededor. Sus socios lo que le pedían era que aguantase un poco más sin aplicar recortes, que gastase un poco más de lo necesario para animar la economía alemana y, de paso, la de sus socios.

Pero Merkel ha hecho justo lo contrario. Ha metido un gran tijeretazo al gasto público, y eso sólo deja a sus socios dos alternativas. Una es seguir los pasos de Alemania, recortando aún más el gasto público; pero eso va a significar reducir mucho los servicios públicos, continuar en el estancamiento económico y resignarse a un desempleo elevado. La otra alternativa es desengancharse de Alemania y prepararse para abandonar el euro, lo cual también es catastrófico.

Pero, sobre todo, la decisión de Merkel tiene una carga ideológica. Significa que ha optado por reducir el gasto público en lugar de por aumentar el ingreso público, significa que el precio lo van a pagar los parados y los más pobres y que los grandes poderes financieros van a salir indemnes.

Y eso puede tener consecuencias muy graves. No sólo la idea de la construcción europea, sino incluso los principios democráticos, se pueden ver en peligro si los ciudadanos de a pie empiezan a creer que los políticos no les defienden a ellos sino a los grandes poderes financieros.