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Análisis

Obama se adentra en el pantano de la inmigración

En algunos estados, el voto de los inmigrantes latinos que ya son legales va a ser decisivo, porque forman un porcentaje importante del electorado.

Jesús Torquemada

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha decidido empezar a cumplir una de las promesas que tenía aparcadas: la reforma de las leyes migratorias. El asunto se ha convertido en urgente de golpe por dos motivos. Uno, porque a finales de este mes de julio entra en vigor en Arizona una ley que criminaliza a los inmigrantes sin papeles. Dos, que en noviembre hay elecciones para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.

En algunos estados, el voto de los inmigrantes latinos que ya son legales va a ser decisivo, porque forman un porcentaje importante del electorado. Y esos latinos votarán, lógicamente, a favor de los candidatos que defiendan la reforma migratoria propuesta por Obama.

El plan de Obama no pretende regularizar sin más a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos. Les pone condiciones, como aprender inglés y pagar impuestos atrasados; pero descarta completamente expulsarlos de forma masiva, que es lo que quiere la derecha estadounidense.

En su discurso de ayer, Obama dijo algunas cosas evidentes, como que Estados Unidos es un país que creció gracias a la inmigración y que los inmigrantes constituyen una mano de obra joven, que le da a Estados Unidos una ventaja competitiva sobre países más envejecidos.

No le va a resultar fácil, sin embargo, sacar adelante esa reforma, porque el Partido Demócrata no tiene ahora mayoría suficiente en el Senado; pero además es un asunto que traspasa las líneas de los partidos. En función de que se presenten en un Estado o en otro, y del peso de los inmigrantes en esos estados, hay candidatos demócratas contrarios a la inmigración y republicanos favorables a ella.

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