La guerra de Somalia desborda las fronteras

Tras el doble atentado perpetrado en Uganda, la guerra de Somalia se extiende por África. El grupo yihadista somalí Al Shabab ha reivindicado las bombas puestas en Kampala contra dos locales en los que la gente seguía por la tele la final del Mundial de Fútbol, causando 74 muertos.

Al Shabab lucha en Somalia por derrocar al débil Gobierno central, que apenas controla Mogadiscio, la capital. La intención de Al Shabab es implantar una república islámica en la que se apliquen los preceptos del Corán en su versión más conservadora. El Gobierno fue apoyado por Etiopía con el envío de tropas etíopes que estuvieron allí tres años, aunque ahora ya se han marchado.

Después, la Unión Africana pidió a otros países que enviasen soldados en apoyo del Gobierno somalí, y Uganda y Burundi respondieron a la llamada. Los países vecinos de Somalia se sienten amenazados ante la posibilidad de que se implante en Somalia un califato islámico, y por eso ayudan al Gobierno somalí. En el doble atentado de Kampala, nada es casual. Uno de los locales atacados es un restaurante etíope.

El otro es un club de rugby al que suelen acudir occidentales residentes en Uganda, aunque los muertos han sido todos ugandeses salvo un estadounidense que trabajaba para una ONG que intenta ayudar a los niños soldado. Y no es casual tampoco que fuera en la final del Mundial: Al Shabab ha prohibido el fútbol y los somalíes que han querido ver los partidos lo han tenido que hacer de forma clandestina.

Con esto, África tiene ya dos peligrosos focos de actuación de grupos ligados a Al Qaeda: uno es el Sahel, la zona de Mauritania, Malí, Argelia y Níger, y la otra es el llamado Cuerno de África, con Somalia como quebradero de cabeza.