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Análisis

La resurrección de Fidel

Raúl logra mejorar las relaciones internacionales soltando a los presos, pero Fidel le ayuda a que en Cuba nadie pueda interpretar esa liberación como una debilidad del régimen.

Jesús Torquemada

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La repentina reaparición de Fidel Castro ha desatado una gran expectación en todo el mundo; pero, sobre todo, dentro de Cuba. Fidel, convaleciente de una grave enfermedad, ha estado casi cuatro años sin aparecer en público. Y de repente, en menos de una semana, Fidel ha participado en una reunión con científicos, en otra con economistas y ha concedido una extensa entrevista en televisión.

Todo el mundo se pregunta qué significa esta vuelta de Fidel, que coincide con un momento importante: justo cuando su hermano Raúl, actual presidente de Cuba, decide poner en libertad a la mayoría de los presos políticos. Algunos han visto en esta actitud de Fidel un intento de marcar límites a Raúl para que no vaya demasiado lejos. Sin embargo, parece justo lo contrario: con su reaparición, Fidel indica que está al corriente de todo lo que sucede y que respalda lo que está haciendo su hermano.

En todo caso, se trata de repartir los papeles de poli bueno y poli malo. Raúl toma las medidas prácticas necesarias y Fidel mantiene el discurso revolucionario. Raúl consigue mejorar las relaciones internacionales de Cuba soltando a los presos, pero Fidel le ayuda a que en el interior de Cuba nadie pueda interpretar esa liberación como una debilidad del régimen.

Por lo pronto, mucha gente en Cuba ni se ha enterado de esa excarcelación y destierro de los presos, porque los medios de comunicación, todos gubernamentales, se dedican únicamente a hablar de la resurrección de Fidel.

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