Internacional -
Análisis
El divorcio de Berlusconi y Fini
La "ley mordaza", una ley que Berlusconi ha sacado adelante para hacer más difícil que los medios de comunicación investiguen escándalos políticos, ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Jesús Torquemada
El paisaje político italiano ha cambiado radicalmente a raíz de la ruptura entre el primer ministro, Silvio Berlusconi, y el que hasta ahora era su brazo derecho, Gianfranco Fini. La evolución política de Fini es llamativa. Empezó en el Movimiento Social Italiano, un partido inspirado en el fascismo de Mussolini. Luego convirtió ese partido en la Alianza Nacional, se fue apartando de la extrema derecha y consiguió quitarle el sello fascista. Fini entró en la coalición gubernamental con Berlusconi y con la Liga Norte de Umberto Bossi y continuó moviéndose hacia el centro.
En algunos temas, como el de la inmigración, Fini es ahora menos intransigente que Bossi. Y desde hace ya tiempo expresó discrepancias con la forma de gobernar de Berlusconi. La gota que ha colmado el vaso ha sido la llamada “ley mordaza”, una ley que Berlusconi ha sacado adelante para hacer más difícil que los medios de comunicación puedan investigar los escándalos políticos.
Ante las críticas de Fini, Berlusconi le ha echado de la coalición y le ha exigido que abandone su cargo de presidente de la Cámara de Diputados, a lo que Fini se niega. El resultado de todo esto es que Berlusconi corre el peligro de perder la mayoría parlamentaria, aunque ayer consiguió superar una votación que, si la hubiera perdido, habría acarreado la caída del Gobierno.
El escenario más previsible es el adelanto de las elecciones en Italia. La ventaja para Berlusconi es que es él quien administra el calendario. Lo más lógico es que, si va a adelantar las elecciones, las haga cuanto antes, este mismo otoño, para no dejar tiempo para organizarse al nuevo partido que quiere crear su examigo Fini.