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Análisis

AQMI sale vencedora

El dinero y la propaganda que han conseguido con el secuestro de los cooperantes catalanes les animará a intentarlo de nuevo.

Jesús Torquemada

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Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) ha conseguido sus objetivos. Dinero, la liberación de uno de sus militantes y, sobre todo, la división entre los gobiernos que la combaten. Este grupo ha aprovechado el aislamiento de la parte del Desierto del Sáhara que se extiende entre Mauritania, Malí, Argelia y Níger para consolidarse allí.

Los gobiernos de la zona, conscientes de que eso pone en peligro su estabilidad, anunciaron hace ya tiempo que iban a cooperar entre ellos y establecieron una especie de mando conjunto dirigido por Argelia. Pero esa cooperación ha sido sólo de palabra, porque en la práctica se muestran divididos respecto a la política a seguir. Mauritania y Argelia son partidarios de una línea dura, sin ceder nada, mientras Malí es más flexible.

En febrero, por ejemplo, Malí dejó en libertad a cuatro presos relacionados con Al Qaeda para lograr a cambio la libertad del rehén francés Pierre Camatte. Eso enfureció a Mauritania y Argelia, que retiraron a su embajador en Malí.

Además, está la interferencia de países externos, sobre todo Francia, que tiene una cierta influencia sobre los gobiernos de Mauritania y Malí, y eso molesta a Argelia, que quiere ser reconocida como la potencia regional. Estas divisiones son las que explican que Al Qaeda sea cada vez más fuerte en esa zona del Sáhara.

El dinero y la propaganda que han conseguido con el secuestro de los cooperantes catalanes les animará a intentarlo de nuevo.

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