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Pena de muerte

Ejecutada Teresa Lewis, la primera mujer condenada en EEUU desde 2005

Una intensa campaña que pedía clemencia por la supuesta discapacidad intelectual de la presa no ha logrado impedir que las autoridades del centro correccional aplicaran la inyección letal.

Redacción

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Teresa Lewis se ha convertido hoy en la primera mujer ejecutada en Estados Unidos desde 2005, tras recibir una inyección letal en la prisión de Greensville, en Virginia, donde ninguna mujer había sido condenada a muerte desde 1912.

Una intensa campaña que pedía clemencia por la supuesta discapacidad intelectual de la presa no ha logrado impedir que las autoridades del centro correccional aplicaran la inyección letal a Lewis, la duodécima mujer ejecutada en el país desde que se restauró la pena de muerte, en 1976.

Lewis, de 41 años, fue ejecutada a las nueve de la noche hora local (01:00 GMT del viernes), como estaba previsto, tras pasar su último día en una celda sin ventanas, vigilada exclusivamente por mujeres, y reunirse con sus abogados, su hijo, su hija y su nieto de un año.

Una cena alta en calorías, compuesta por dos pechugas de pollo frito, guisantes con mantequilla, soda "Dr. Pepper" y tarta de chocolate alemana o pastel de manzana, fue su última voluntad, según los funcionarios de la prisión.

Lewis se encontraba en el corredor de la muerte desde 2003, cuando se declaró culpable de haber ordenado a dos hombres, uno de ellos su amante, que asesinaran a su marido y su hijastro, Julian y Charles Lewis, en 2002.

Rozaba el retraso mental

Sus abogados mantuvieron hasta el último momento que su coeficiente intelectual, de 72, rozaba el límite legal del retraso mental, situado en 70, lo que le impedía planear una estrategia asesina y la convertía en víctima de la manipulación de uno de los autores materiales del crimen.

Las casi 4.000 peticiones de indulto que llegaron en los últimos meses a la oficina del gobernador de Virginia, Robert McDonnell, procedentes en su mayoría de grupos de salud mental, pero también de representantes de la Unión Europea e incluso del escritor John Grisham, no impidieron que el político rechazara revisar su condena.

Tampoco pudieron convencer a los miembros del Tribunal Supremo, que el martes desecharon una apelación para que se le conmutara la sentencia por la de cadena perpetua, el último recurso de los abogados de Lewis.

Pese a que los dos hombres que cometieron los asesinatos obtuvieron la cadena perpetua, la acusación consideró que fue ella quien planeó el crimen a sangre fría y con el objetivo de quedarse con el dinero del seguro de vida de sus familiares, por lo que merecía una sentencia más severa que la de sus cómplices.

Lewis, que repitió a los medios que lamenta profundamente sus crímenes, se convirtió en los últimos años en consejera para otras mujeres en la prisión de Fluvanna, donde estuvo recluida hasta el sábado.

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