Internacional -
Análisis
Por qué no hay condena a Marruecos
Rabat tiene unos cuantos amigos poderosos, y gracias a ello no va a pagar un precio diplomático por la represión a los saharauis.
Jesús Torquemada
Mucha gente se estará preguntando cómo es posible que no haya una reacción internacional contra Marruecos por la represión en el Sáhara.
El Consejo de Seguridad de la ONU se ha limitado a “deplorar” lo sucedido y ni siquiera ha abierto una investigación. Ni Francia ni Estados Unidos habrían permitido una resolución en la que se condenara abiertamente a Marruecos.
Rabat tiene unos cuantos amigos poderosos, y gracias a eso no va a pagar un precio diplomático por la represión a los saharauis. París apoya siempre a Marruecos por motivos económicos, pues es el principal socio comercial, y estratégicos, para controlar a Argelia.
Washington ha sido siempre aliado de Marruecos, desde que el sultán marroquí Mohamed III fue el primer gobernante que reconoció la independencia de Estados Unidos en 1776 y siete años después firmó con Thomas Jefferson un tratado de amistad que aún sigue en vigor. Estados Unidos no se fía de Argelia y considera que Marruecos es un aliado más fiable en la lucha contra Al Qaeda.
Por otra parte, Marruecos cuenta también con el apoyo de la Liga Árabe. Salvo Argelia, ninguno de los 22 países árabes reconoce a la República Árabe Saharaui Democrática, que sí está reconocida por cincuenta estados africanos, asiáticos y latinoamericanos. Ni siquiera la Internacional Socialista ha condenado lo del Sáhara, porque en esa organización hay un partido marroquí, la Unión Socialista de Fuerzas Populares, que además forma parte del Gobierno.
Si a eso se añade la prudencia excesiva del Gobierno español, que no quiere problemas con Ceuta, Melilla, la pesca o los inmigrantes, se explica por qué Marruecos se sale con la suya.