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Análisis

Justicia, por fin, en Argentina

Jorge Videla, Luciano Menéndez y otros catorce organizadores del golpe de Estado de 1976 y de la represión posterior han sido condenados a cadena perpetua.

Jesús Torquemada

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La justicia tardía no es justicia, se suele decir. Han tenido que pasar 35 años desde que se cometieron los hechos para que, por fin, los responsables de la represión que se vivió entonces en Argentina sean castigados.

Jorge Videla, Luciano Menéndez y otros catorce organizadores del golpe de Estado de 1976 y de la represión posterior han sido condenados a cadena perpetua. Terminarán sus días en la cárcel, en la que varios de ellos van a ingresar con más de 80 años. La misma edad que tienen muchas de las Madres de Plaza de Mayo, que llevan más de tres décadas luchando incansables para que se sepa la verdad y para que se haga justicia.

Sí, se podría haber hecho justicia antes, y habría sido más justa. De hecho, en 1985 ya fueron juzgados y condenados a cadena perpetua los nueve máximos responsables de las juntas militares que mandaron en Argentina entre 1976 y 1983. Pero no estuvieron mucho tiempo en la cárcel; en 1989, cuando Carlos Menem llegó a la Presidencia, aprobó el indulto para los miembros de las juntas militares.

El veredicto anunciado ahora supone el final de la impunidad para los represores en Argentina. Las víctimas supervivientes de aquella represión y los familiares de las personas que murieron son las primeras que saben que es muy tarde, pero han acogido esta sentencia con alivio.

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