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Análisis
Los turcos ponen límites al poder de Erdogan
Podrá seguir gobernando en solitario al haber superado la mayoría absoluta, aunque se ha quedado lejos del objetivo fijado, lograr los dos tercios de los escaños para poder reformar la Constitución.
Jesús Torquemada
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha conseguido su tercer triunfo electoral y se consolida como una de las figuras políticas más influyentes de la Turquía moderna.
Podrá seguir gobernando en solitario al haber superado con creces la mayoría absoluta, aunque se ha quedado lejos del objetivo que se había fijado. Quería lograr los dos tercios de los escaños para poder reformar la Constitución.
Erdogan quiere poner en marcha un sistema presidencialista, en el que el presidente del país tenga más poder que el Parlamento, pero de momento tendrá que esperar. En cambio, sí va a poder llevar a cabo su programa de transformación de la sociedad turca. Erdogan, islamista moderado, está consiguiendo conciliar dos cosas que parecían imposibles: la modernización de Turquía y al mismo tiempo la profundización de su esencia musulmana.
Hay un problema, sin embargo, que no logra resolver: la situación de los kurdos. En las elecciones de hace cuatro años, consiguió bastantes escaños en el Kurdistán y su relación con los kurdos era buena. El motivo es que autorizó un canal de televisión estatal en kurdo y la enseñanza de la lengua kurda.
Sin embargo, en los últimos tiempos ha hecho un discurso más nacionalista turco y ha reprimido a las organizaciones nacionalistas kurdas relacionadas con el ilegal Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Por eso, los kurdos le han dado ahora la espalda y han concentrado sus votos en el BDP, el Partido de la Paz y el Desarrollo, que ha obtenido buenos resultados en el Kurdistán.