Internacional -
Análisis
El laberinto griego
Los 110.000 millones de euros que le han prestado la UE y el FMI no son suficientes; necesita otro tanto, y ni siquiera de esa forma es seguro que Grecia estabilice su situación financiera.
Jesús Torquemada
Grecia no puede pagar su deuda. La economía sigue cayendo y no genera suficiente dinero para pagar los intereses de la deuda anterior. Los 110.000 millones de euros que le han prestado la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional no son suficientes; necesita otro tanto, y ni siquiera de esa forma es seguro que Grecia estabilice su situación financiera.
Los gobiernos europeos aceptan a regañadientes ayudar a Grecia, porque una bancarrota griega sería catastrófica para el euro. Pero hay dos posturas diferentes. Una, liderada por Alemania, sostiene que también los inversores privados, no solo los estados, tienen que ayudar a Grecia. Es decir, que todos los que tienen deuda griega deben asumir un sacrificio; por ejemplo, aceptar retrasar siete años el cobro de esa deuda.
Eso implicará pérdidas para los bancos privados, porque la mayoría de la deuda griega la tienen bancos griegos, alemanes, franceses y estadounidenses, pero también para el Banco Central Europeo, que compró muchos bonos griegos.
¿Por qué defiende la canciller Merkel esa postura? Porque sabe que los contribuyentes alemanes están hartos de poner dinero vía impuestos y sería popular obligar a los bancos a que también paguen su parte del desaguisado.
Pero los gobiernos que discrepan de Alemania dicen que, si se obliga a los bancos a aceptar pérdidas en la deuda griega, eso equivaldrá a reconocer que Grecia ha caído en suspensión de pagos, y las famosas agencias de calificación ya han advertido que ésa es justamente la interpretación que van a hacer. Lo cual puede provocar, dicen esos gobiernos, un terremoto financiero que causaría estragos en otros países con problemas para financiar su deuda, como España, Italia y Bélgica.