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Análisis
La OTAN da otro paso en su escudo antimisiles
Los rusos no se acaban de creer que el motivo del escudo es protegerse de los misiles iraníes y opinan que es otro intento más de reducir el poder de Rusia.
Jesús Torquemada
El escudo antimisiles de la OTAN consistirá, cuando esté terminado, en un sistema de radares que detectará inmediatamente el lanzamiento de cualquier misil hostil y en un sistema de misiles antimisiles que interceptarán en vuelo al cohete atacante. En teoría, el ataque llegará desde el Este, desde países enemigos que están desarrollando buenos misiles, como Irán y Corea del Norte. Por eso, la primera línea de defensa se situará en el Este de Europa, con radares en Turquía y misiles antimisiles en Rumanía y Polonia.
Una segunda línea de defensa estará instalada en barcos, y ahí es donde jugará un papel importante la base naval de Rota, en Cádiz. Según anunció ayer el Gobierno español, Estados Unidos desplegará permanentemente en Rota cuatro buques con capacidad antimisiles. La eficacia de estos sistemas antimisiles no es ni mucho menos del 100%. Si el ataque es de un solo misil, las probabilidades de interceptarlo son elevadas; si atacan varios misiles a la vez, alguno conseguirá colarse a través del escudo. Por lo tanto, el papel de este escudo es no solo militar, sino también político.
Se trata de reforzar la cohesión interna de la Alianza Atlántica involucrando a sus miembros en un nuevo proyecto estratégico. Aunque eso complica las relaciones con Moscú. Al Este de Europa, el único país que dispone realmente de un gran arsenal de misiles es Rusia. Los rusos no se acaban de creer que el motivo del escudo es protegerse de los misiles iraníes y opinan que es otro intento más de reducir el poder de Rusia.