Internacional -
Análisis
Los amigos de Grecia
Los supuestos amigos de Grecia le están poniendo unas condiciones muy duras para seguir dándole ayuda financiera.
Jesús Torquemada
A veces, los amigos parecen enemigos. Los supuestos amigos de Grecia le están poniendo unas condiciones muy duras para seguir dándole ayuda financiera.
La canciller alemana Merkel y el presidente francés Sarkozy han sugerido que, como parece que los griegos no saben administrarse ellos solos, hay que ponerles un administrador extranjero, nombrado por la Unión Europea, que controle sus cuentas; y que el dinero que le presten a Grecia tiene que ir a una cuenta cerrada que solo podría usarse para pagar los intereses de la deuda griega.
Los bancos privados están negociando con el Gobierno griego el perdón de la mitad de la deuda, pero no acaban de alcanzar el acuerdo. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo le exigen a Grecia que reduzca el número de funcionarios y que baje el salario mínimo.
Es verdad que en Grecia el número de funcionarios es muy elevado y que su salario mínimo, por encima de 800 euros, es superior, por ejemplo, al de España. Pero los griegos ya no aguantan más recortes y, además, sienten su orgullo herido por las exigencias que les están planteando sus socios.
Hoy hay otra vez huelga general en Grecia. El primer ministro griego, Lucas Papadimos, no consigue el consenso político suficiente para sacar adelante más ajustes. El fantasma de la suspensión de pagos de Grecia y su salida del euro vuelve a aparecer.
A veces, los amigos parecen enemigos. Los supuestos amigos de Grecia le están poniendo unas condiciones muy duras para seguir dándole ayuda financiera. La canciller alemana Merkel y el presidente francés Sarkozy han sugerido que, como parece que los griegos no saben administrarse ellos solos, hay que ponerles un administrador extranjero, nombrado por la Unión Europea, que controle sus cuentas; y que el dinero que le presten a Grecia tiene que ir a una cuenta cerrada que solo podría usarse para pagar los intereses de la deuda griega. Los bancos privados están negociando con el Gobierno griego el perdón de la mitad de la deuda, pero no acaban de alcanzar el acuerdo. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo le exigen a Grecia que reduzca el número de funcionarios y que baje el salario mínimo. Es verdad que en Grecia el número de funcionarios es muy elevado y que su salario mínimo, por encima de 800 euros, es superior, por ejemplo, al de España. Pero los griegos ya no aguantan más recortes y, además, sienten su orgullo herido por las exigencias que les están planteando sus socios. Hoy hay otra vez huelga general en Grecia. El primer ministro griego, Lucas Papadimos, no consigue el consenso político suficiente para sacar adelante más ajustes. El fantasma de la suspensión de pagos de Grecia y su salida del euro vuelve a aparecer.