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Análisis

Corea del Norte, nuclear y hambrienta

Los norcoreanos viven de forma muy pobre y muchos sufren desnutrición. Kim Jong-Un ha decidido mejorar un poco la situación de su gente y ha aceptado la ayuda en alimentos ofrecida por Estados Unidos.

Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB

Jesús Torquemada

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Corea del Norte se gasta todo lo que tiene en armamento. Además de mantener un Ejército sobredimensionado, está fabricando armas nucleares, con el enorme coste económico que eso supone. El resultado es que los norcoreanos viven de forma muy pobre y muchos sufren desnutrición. Kim Jong-Un, que hace apenas dos meses sucedió a su fallecido padre Kim Jong-Il, ha decidido iniciar su mandato mejorando un poco la situación de su gente y ha aceptado la ayuda en alimentos ofrecida por Estados Unidos.

Además, ese deshielo con Estados Unidos hace posible un acercamiento a Corea del Sur y Japón, que también podrían ayudar a Corea del Norte. Pero, para que esas ayudas se materialicen, es necesario que Corea del Norte reduzca su programa militar, que tiene muy preocupados a sus vecinos.

Corea del Norte ha hecho dos ensayos con bombas atómicas, ha aumentado su arsenal de misiles y sigue enriqueciendo uranio que podría servir para fabricar más cabezas nucleares. El acuerdo anunciado ayer incluye precisamente la paralización del enriquecimiento de uranio y el permiso para que vuelvan los inspectores internacionales, que fueron expulsados de Corea del Norte en 2003. Es pronto para asegurar que estamos ante un cambio de estrategia por parte de Corea del Norte. Parece más bien un intento de Kim Jong-Un de ganar tiempo mientras se asienta en el poder. Su padre también firmó un acuerdo similar con Bill Clinton, repartió comida entre la gente y poco después siguió fabricando la bomba atómica.

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