Política -

Reportaje

Hablan seis víctimas de ETA

El programa '60 minutos' de ETB-2 ha entrevistado a seis víctimas de ETA, cuando se cumplen dos años del cese de actividad armada.

 

Rosa Rodero: 'El alto al fuego fue la mejor noticia que me podían dar'

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I. Gómez | EITB.COM

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El programa '60 minutos' de ETB2 ha hablado con algunas de las víctimas de los atentados de ETA para recoger su opinión y su sentir en torno al proceso de paz y los acontecimientos de los últimos dos años.

En concreto, ha recogido testimonios de Rosa Rodero, viuda del ertzaina Joseba Goikoetxea; Josu Puelles, hermano del Policía Nacional Eduardo Puelles; Antonio Salvá, padre del Guardia Civil asesinado Diego Salvá;  Mari Carmen Hernández, viuda del concejal del PP, Jesús María Pedrosa; Eulalia Lluch, hija del profesor y ex ministro de Sanidad,  Ernest Lluch y María Pilar Linto, viuda del electricista Juan Sánchez.

El hermano de Eduardo Puelles, Josu Puelles, se ha mostrado crítico con el papel jugado por la sociedad vasca ante la violencia de ETA y ha señalado que "ha estado de perfil todos estos años". "La sociedad vasca se ha mostrado absolutamente indiferente, ha sido cobarde", ha añadido.

Sobre el cese de la actividad armada, ha señalado que a él le da "igual" lo que ETA haga. "Me resultan indiferente, me da igual lo que hagan, como si quieren volver a matar, algo que no me extrañaría nada".

María Pilar Linto, viuda del electricista Juan Sánchez, afirma en la entrevista que las heridas "no se cierran nunca" y añade que no perdona el asesinato de su marido. "Los que podrían perdonar están muertos. Yo no puedo perdonar, me sentiría fatal, me parecería una traición", asevera.

Recuerda que a Sánchez le acusaron de "antivasco y antiobrero", algo que rechaza rotundamente, y asegura que, "la mayoría de las veces", no se cuenta con "algunas víctimas" para "nada". "Hay víctimas de primera y de segundo; yo siempre he estado en la sombra, y así voy a seguir".

Eulalia Lluch, hija del exministro de Sanidad Ernest Lluch, asegura que su padre quiso conocer la realidad de Euskal Herria, un sueño que "se hizo realidad, pero que también lo mató". Recuerda que el profesor se alegraba cada vez que ETA decretaba alguna tregua, una noticia que también ella recibió con positivismo. "Lo único que me queda por saber es saber el día que entregarán las armas", añade.

"Él sabía que iba a ser asesinado, porque recibió una carta un año antes de ser asesinado. Aún así, sus hábitos no cambiaron. El decía que no había luchado por la democracia para que le vinieran aquellos a decirle qué tenía que hacer y qué no", explica. Eulalia Lluch añade que el pueblo vasco ha sido también una víctima de ETA, y afirma que "la mayoría de la gente son buenas personas".

Antonio Salvá, padre del guardia civil asesinado en Mallorca, afirma que, tras el atentado que acabó con la vida de su hijo, recibió el apoyo del entonces lehendakari Patxi López y del exlíder del PP vasco, Antonio Basagoiti. "Del actual Gobierno vasco no he recibido nada, y prefiero que no me llamen".

En su opinión, en la sociedad vasca "todo sigue igual": "Es la cultura del odio que les enseñan a los niños, una cultura del odio a todo lo que español". Dice Salvá que "la gente de Batasuna" está "de psiquiatra" y tacha de "impresentable" que en Euskadi "siga existiendo la cultura del odio".

Rosa Rodero, viuda del ertzaina Joseba Goikoetxea, recuerda que recibió con euforia la noticia del cese de actividad armada por parte de ETA. "Tengo la certeza de que, esta vez, va en serio y de que vamos hacer las cosas bien". "Pienso que el asesinato de mi marido sí sirvió para algo: para que una parte de la sociedad se diese cuenta de que no podíamos seguir callándoos", asegura.

Durante la entrevista de '60 minutos', Rodero relata cómo vivió el asesinato de su marido y asegura que fue su hijo quien "le dio fuerzas" en aquel momento. "A mí me llevaron el alma, la vida... Me lo llevaron todo".

Mari Carmen Hernández, viuda del concejal del PP de Durango Jesús María Pedrosa, se enteró de la muerte de su marido por la "radio", tras haber recibido numerosas amenazas y presiones. "Nos han colgado pancartas poniendo dianas, nos han venido a casa con paquetes... Fue muy duro".

Años después, ha mantenido un encuentro con un preso de ETA que le confesó que "quería salir de ese mundo" y que "no duerme, porque se acuesta y se levanta con la víctima". "Se ha arrepentido de lo que ha hecho. Le di un abrazo y le dije que lo que tenía que hacer era intentar reinsertarse", cuenta.

 

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