Política -
VÍCTIMAS DE ETA
El Gobierno Vasco recuerda al primer niño asesinado por ETA, en Azkoitia
Hace 42 años, José María Piris, un niño azkoitiarra de 13 años, murió al explotar una bomba colocada por ETA y Fernando García, de 11 años, resultó gravemente herido en el mismo atentado. Hoy, por primera vez, han recibido el reconocimiento oficial de las instituciones.
IDOIA ALBERDI ETXANIZ | EITB MEDIA
Euskaraz irakurri: ETAk hildako lehendabiziko haurra gogoratu du Eusko Jaurlaritzak, Azkoitian
29 de marzo de 1980. Como cada sábado, José María Piris y Fernando García, de 13 y 11 años, respectivamente, volvían a sus casas tras jugar un partido de fútbol escolar. Ese día lo hacían en el coche del padre de Fernando que aparcó el vehículo en la plaza de los Atanos, en el barrio Floreaga de Azkoitia (Gipuzkoa), donde residían. Nada mas salir del vehículo, los menores se percataron de la presencia de un paquete en la mitad de la plaza, y José María no lo dudo. Se acercó y lo cogió. Era una bomba de ETA que explotó al instante.
José María murió en lugar de los hechos, convirtiéndose en el primer menor víctima de ETA, y su amigo Fernando resultó gravemente herido. El explosivo había sido colocado por ETA en los bajos de un vehículo propiedad de un guardia civil que vivía en la zona, y según las investigaciones policiales, al arrancar el coche el paquete se desprendió, quedando tirado en mitad de la calle sin estallar.
Hoy, 42 años después, las víctimas del atentado han recibido el primer homenaje oficial por parte de las instituciones, y ha asistido, entre otros, un emocionado Fernando que vive las horas previas al acto de recuerdo "envuelto en una mezcla de sentimientos". Con una serenidad asombrosa, recuerda cómo vivió aquel trágico día que marcó su vida y la de su familia. "Tengo imágenes muy difusas de aquel día. Era un niño de 11 años. Recuerdo que salimos del coche y enseguida escuche una gran explosión. A partir de ahí, solo recuerdo mucho ruido, ambulancias y médicos. Tengo imágenes muy borrosas en la memoria", arranca su relato.
Tras el atentado, Fernando permaneció ingresado 20 días en la UCI del Hospital Donostia, y desde entonces, sufre una deficiencia visual severa además de problemas de audición. Fueron tiempos muy complicados: eran los 80, los años de la Transición y la violencia de ETA estaba muy presente en la sociedad vasca. El azkoitiarra asegura que "el silencio era absoluto y había mucho miedo". "Yo no entendía nada, ni lo que había pasado, ni lo que era ETA. Yo pude seguir con mi vida de niño, pero mis padres sí sufrieron mucho, fue muy duro sobre todo para ellos. No había ningún tipo de comunicación ni ayuda. Había mucho miedo a hablar del tema. La gente miraba hacia otro lado y nadie se atrevía a alzar la voz. Era todo muy difícil. No recibimos ningún tipo de ayuda, ni psicológica, ni económica", matiza.
A pesar de todo, mira al pasado sin rencor y en sus palabras no se percibe ni un ápice de odio. Según destaca, "gracias a la educación de mis padres, el odio nunca ha estado presente en mi vida". "Evidentemente, a los autores del atentado no les tengo ningún aprecio, pero vivimos en una sociedad donde la gente es muy buena y yo me quedo con eso. No me han educado en el odio. Me han enseñado a vivir siempre mirando hacia adelante", asegura.
"Más vale tarde que nunca", y por ese motivo, Fernando no oculta su tímida alegría por el acto de recuerdo de hoy, en el que ha tenido la oportunidad de conocer al hermano de Jose María, que tras el atentado se trasladó junto a su familia a Extremadura y que hoy ha regresado por primera vez a Azkoitia. "Sobre todo, espero que todo salga bien y que sirva para recordar a José María, que es lo mínimo que le podemos ofrecer", concluye.
El homenaje, organizado por el Gobierno Vasco, el Ayuntamiento de Azkoitia y la Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo, ha tenido lugar a las 11:00 horas en el lugar del atentado. El acto se quiso hacer en 2020, pero la pandemia obligó a aplazarlo.