Sociedad -
Reportaje
Comer, entre obras de arte
Emilia Epelde ha convertido la galería de arte contemporáneo que regenta en su hogar, un piso palaciego del siglo XIX del Casco Viejo de Bilbao, en un lugar donde sirve menús bajo pedido.
Maider. Beistegi | EITB.EUS
Todo empezó por casualidad, con un curioso malentendido: los galeristas Emilia Epelde y Mikel Mardaras (Epelde & Mardaras) organizaron en su casa, un piso palaciego de 1840, una exposición colectiva que llamaron 'Pintxos & Arts'. Compuesta por obras de trece artistas vascos, la muestra se acompañaba de una degustación de cocina vasca tradicional, con la posibilidad de animar la visita de grupos con música de piano en directo. En realidad, la muestra no tenía ninguna relación con la gastronomía pero se hizo así para atraer la atención del público. Y funcionó. Una periodista llamó interesándose por los menús. La crisis golpeaba con fuerza también el mercado del arte, y tras casi tres décadas montando y desmotando exposiciones, Emilia y Mikel pensaron que iba siendo hora de reinventarse. Por lo que decidieron colocarse el delantal, como método de supervivencia.
Alguien dijo de Epelde & Mardaras que ellos eran 'outsiders' como concepto de galería: por la forma de hacer, por su espíritu combativo, y sobre todo por su originalidad. Haciendo gala de ese signo de identidad, han pasado ya cinco años desde que decidiesen servir comidas, 'cenas, desayunos y meriendas' en su propia casa, un piso palacio fascinante del siglo XIX situado en el Casco Viejo bilbaíno. La galería Epelde & Mardaras que inauguraron hace ya dos décadas, convive ahora con los placeres gastronómicos. Esto permite a los comensales disfrutar, bajo reserva, de una experiencia audaz en un ambiente privado y con largas sobremesas.
Compartir el espacio les permite pagar las facturas. "No puedo ni contar la veces que nos han cortado el teléfono cuando sólo nos dedicábamos al arte. Yo siempre he dado de comer a la gente que ha venido a las exposiciones, y las exposiciones las hacía en esta cocina", recuerda Emilia.
El piso palaciego de Emilia Epelde y Mikel Mardaras dispone de 300 metros cuadrados, de los que 200 están destinados a la galería. Se trata de un espacio con varias dependencias: cocina, recibidor y habitaciones. Todas ellas con su chimenea y sus elevados techos de hasta cuatro metros de altura, algunos con pinturas a modo de fresco y otros con ricos arabescos. La cocina, con antiguas baldosas hidráulicas, tiene un enorme mural de Mardaras que recuerda al visitante el Bilbao de hace unas décadas. Las lámparas no tienen desperdicio, muchas de ellas obra de Mardaras. Al final del pasillo, un piano espera ser tocado. Alguna vez ha sido sorprendido por las manos de algún invitado excelso: el pianista Iñaki Salvador, es uno de esos clientes que han amenizado en más de una ocasión la velada en este espacio de siglos pasados.
Visitas guiadas
Emilia realiza a los comensales que se acercan a su casa una visita guiada por la galería de arte contemporáneo, para sentar después a cada pareja o grupo de amigos en uno de los salones ?en total hay seis- para que puedan disfrutar de un ambiente privado, como si estuvieran en su propia casa. Los cuadros, de Zumeta, Fito Ramírez Escudero, Alfonso Cortázar, Ramón Zurriarrain, y jóvenes artistas extranjeros, que reivindican su protagonismo con los techos árabes, neogóticos y románticos, hacen el resto.
Estos días la galería ofrece una exposición colectiva de artistas vascos: "He cambiado de fórmula, ahora compro en los talleres las propuestas que me interesan y eso es lo que expongo. Un cuadro no come, y si no lo vendo dejo patrimonio a mis hijos".
Epelde acude diariamente al Mercado de la Ribera para comprar producto de "temporada de excelente calidad" con los que elabora una cocina sencilla tradicional vasca "de toda la vida". La sopa de pescado es el plato estrella del menú, que siempre incluye "un entrante, como por ejemplo, una cococha fresca de bacalao con pimiento confitada o una ensalada variada; un segundo, que se compone de carne o pescado; y un postre". Emilia dice que le gusta la cocina sencilla, y dice que con orgullo que tiene sus platos estrella: "la sopa de pescado, el 'begihandi' en su tinta y el Skrei noruego".
La proximidad del Teatro Arriaga hace que muchas personalidades del mundo de la cultura se acerquen a disfrutar del ambiente tranquilo, cercano y privado de la galería, sita en la calle Jardines. "Emilio Aragón, Marina Castaño, Salvador, diversas compañías de teatro, directores, actores, y gente del mundo de la cultura en general" han disfrutado de este espacio único de techos ornamentados en los que el arte es su seña de identidad.