Sociedad -

25-N

El micromachismo, la termita que carcome la sociedad

Expresiones inocentes, costumbres normales, conductas inconscientes que allanan el camino al machismo en su forma más cruel. Un lastre que hay que quitar para poder alcanzar una sociedad igualitaria.

Iker González | eitb.eus

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Euskaraz irakurri: Mikromatxismoa, gizartea usteltzen duen gaitza

El machismo es una plaga que afecta a todos; no es solo una violencia física que marca el cuerpo de las mujeres, ni siquiera es necesario que se constate un maltrato psicológico hacia una víctima en concreto para que ocurra, se trata de los micromachismos. Es un problema de mayor alcance, porque es algo con lo que, consciente o inconscientemente, contribuimos día a día, año a año, en el trabajo, en casa, en el gimnasio o de juerga, es algo que prepara las condiciones y allana el camino al machismo, en su forma más cruel, anula psicológicamente a las mujeres y nos aleja a una sociedad igualitaria. Es machismo, y tenemos que ser conscientes de ello.

Una anécdota de hace poco tiempo ejemplifica muy bien el micromachismo; estando en la cola de la caja de una tienda, una mujer de unos 60 años ve a un padre joven con el bebé en una mochila para portear y le dice "hay que ver cómo ayudáis -los hombres- ahora en casa", a lo que el padre, un poco desconcertado responde, "no es que ayude, es que es cosa de los dos".

"Te he pasado la aspiradora, te he limpiado los cristales?" son otro ejemplo de micromachismo que asigna tareas de casa "a la mujer", porque "siempre ha sido así", aunque sea "sin mala intención".

En el ámbito de la empresa, todos los años se desarrollan informes sobre la desigualdad de los salarios, pero hay actitudes que contribuyen a que esa igualdad teórica esté aún lejos de llegar a palparla. La inteligencia se suele percibir en el ámbito laboral como una fortaleza en el caso de los hombres, pero como una amenaza en el caso de las mujeres.

Pero el problema no es solo la amenaza de una inteligencia superior por parte del otro. En un estudio dirigido por la psicóloga Victoria L. Brescol, según recoge psicologiaymente.net, las mujeres pueden ser minusvaloradas en empresa tanto por no hablar tanto como lo hacen los hombres, como por sí hacerlo. Así, en ese mismo estudio, la cualidad de la locuacidad premiaba a los hombres y castigaba a las mujeres para un  mismo puesto de trabajo.

Si bien es cierto que cada vez hay más mujeres en puestos de dirección de empresas, en la presidencia de un país, en trabajos de ingeniería, aeronáutica, arquitectura? las diferencias salariales y la diferente libertad de acceso a ciertos cargos ponen en relieve el largo camino que aún queda por recorrer.

La tiranía del lenguaje

El lenguaje es otro espacio en el que hemos heredado el legado de una sociedad machista, que no se limita a que a un hombre arquitecto se le llame "arquitecto" y que a una mujer aún hoy día se diga de ella que "es arquitecto", en vez de arquitecta, o ingeniera, aparejador etc., es decir, profesiones que durante toda la historia han sido ocupadas por hombres, o que se diga "gracias a todos y a todas" o "a tod@s", que también.

El lenguaje esconde un machismo mucho más perverso; no es lo mismo decir de un hombre que "es muy zorro" o de una mujer que "es muy zorra"; o hablar de un tío "fácil", en el sentido de "extrovertido, sociable, o de una tía "fácil", que hace referencia directamente al aspecto sexual. Lo mismo de un "chico de la calle" o una "chica de la calle"; un "chico disponible" o una "chica disponible".

La eterna sexualización de la publicidad

Ni qué decir de los anuncios de productos de limpieza, electrodomésticos? que son anunciados por mujeres y para mujeres, o, en el caso de los perfumes, que algunos de ellos llegan a representar escenas que dejan poco espacio para la evocación.

Todo ello a pesar de los códigos de conducta y buenas prácticas del sector de la publicidad, que dejan meridianamente claro que no podrá haber contenidos que sean denigrantes para la mujer.

Este mismo año la marca de detergente Perlan sacó una campaña en la que asociaba a cada producto un tipo de mujer; por cada botella, una mujer diferente. Después de las quejas en redes sociales y de la presión de Facua, la empresa retiró las imágenes de las modelos y dejó solamente las de los productos.

La denuncia de Paloma Lorenzo

Pero es una lista interminable, las mujeres sufren cada día este tipo de machismo, no es fácil encontrar a una sola mujer que no haya sufrido un abuso o un acoso. Una de esas mujeres que hace poco ha dado un golpe sobre la mesa ha sido Paloma Lorenzo Usabiaga, presidenta del Parlamento Joven de Navarra, periodista y dibujante.

A principio de mes, sufrió una agresión en un bar y decidió denunciar en un periódico la tortura a la que son sometidas cada día, dirigiéndose a ese hombre que se cree "con derecho a entrar en el bar y tocarme el culo, simplemente porque llevo un vestido ajustado o unos pantalones que te gustan", a ese que le "sigue por la calle por la noche cuando vuelvo sola a casa y te parece gracioso chistarme".

Paloma Lorenzo, periodista y dibujante

Según ha contado Paloma Lorenzo a eitb.eus, "a principios de noviembre yo sufrí una agresión en un bar y, la verdad, fue algo desagradable, triste y desalentador. Sé que ocurre, y por desgracia he visto casos alrededor de mí, pero de forma tan directa era la primera vez que me ocurría".

La mujer se ve obligada a vivir este tipo de situaciones cada día y es algo que Lorenzo vive "con pena y sobre todo con asco. Tanto cuando me toca a mí, como cuando le toca a cualquier otra mujer. Es muy triste salir con mil ojos a la calle, o pedir que te acompañen a tal o tal sitio 'por si acaso'".

"He tenido que soportar el volver a casa con miedo una noche yo sola, sentir que hay alguien que te sigue por detrás, y no girarte por miedo, pero escuchar sus pasos. Lo que cuento en la carta sobre llevar las manos en el bolsillo del abrigo porque estás agarrando con fuerza las llaves me ha ocurrido a mí y a la mayoría de nosotras alguna vez (?) Tener que hacer que hablas por el móvil cuando pasas por una plaza enorme, vacía y oscura, 'por si acaso'. ¿Por si acaso qué? ¿No puedo caminar sola por la calle? Por supuesto que sí, pero muchas veces tenemos miedo", explica.

Sobre los piropos, la presidenta del Parlamento Joven de Navarra opina que puede tener su gracia, pero según "cómo te lo digan". "A todos nos gusta que nos digan lo guapos que vamos vestidos. Pero hay formas y formas. Yo he tenido que soportar silbidos, palabras malsonantes o ?piropos? que no venían a cuento yendo por la calle sola para coger el autobús justo al lado de casa. Y no es ni cómodo ni agradable. Y si te giras y dices que te molesta, lo más suave que te llaman es rancia, o estrecha, o aburrida. Sentirte incómoda caminando porque alguien te mira, de forma lasciva, y te sientes mal. Y tienes que escuchar el ?Es que mujer, así como vas vestida?"

"Estos últimos días ha salido una frase en varias columnas de opinión con respecto al tema de la violación grupal de San Fermín de 2016, y me sumo a esa frase, 'no quiero ser valiente, lo que quiero es ser libre'".

Es la educación, según Lorenzo, la clave para solucionar de raíz el problema del machismo. "Es necesario desprender,  deconstruirse y analizar las conductas, los comentarios, educar en empatía, intentar entender que las mujeres no somos cosas, no somos objetos que se puedan poseer como poseemos un piso en el centro, una silla o una mesa. Las mujeres somos personas".

"En general, a nosotras se nos educa en el miedo, en la precaución. El "no vuelvas sola a casa, cógete un taxi", que todas tenemos tan metido en la cabeza, no debería ser normal. Nos inculcan el miedo, el hecho de que somos más vulnerables. Y eso no es cierto, no somos vulnerables, nos hacen ser así".

"¿Y en qué se educa a los niños? En el privilegio. Llevan muchos años siendo educados en una política de lo quiero lo cojo, lo quiero lo tengo. Y ahí radica mucha de esas agresiones o violencia hacia las mujeres. Obviamente no todos los hombres son iguales, ni mucho menos, pero sí hay un sector en el que ?Si te veo, te quiero para mí, me gustas pero tú no quieres nada, te obligo, te fuerzo, porque eres mía, eres de mi propiedad?. Y nadie, bajo mi punto de vista es de nadie, no somos posesiones, insisto, somos personas".

 

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Si sufres malos tratos o conoces algún caso, sigue los consejos de esta guía o llama a alguno de los siguientes números de teléfono: 900 840 111 (en Euskadi) y 016 (en todo el Estado); ambos son gratuitos y no dejan rastro en la factura.

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