Sociedad -
REPORTAJE
Nahikari, donde las trabajadoras sexuales no son “delincuentes ni víctimas”
El programa Nahikari de la comisión antisida de Álava incluye intervenciones individuales, grupales y comunitarias para cubrir las necesidades de las mujeres en el ámbito de la prostitución.
IXONE ARANA | EITB.EUS
Euskaraz irakurri: Nahikari programan, “sexu langileak ez dira gaizkileak, ezta biktimak ere”
"No somos basura que contamina las calles y la sociedad. Somos personas que quieren derechos e igualdad". Son las palabras de Karol Guerrero, una de las trabajadoras sexuales que ha encontrado en la comisión antisida de Álava ( el clima de "seguridad, respeto y libertad" para expresarse como tal.
Nahikari como un proyecto que se limitaba a facilitar material preventivo a mujeres que ejercían la prostitución en Vitoria-Gasteiz y Álava. Con el tiempo, el programa ha evolucionado hasta convertirse en un ejemplo de atención integral a estas mujeres ofreciéndoles acceso a recursos socio-sanitarios, formación laboral y asesoramiento jurídico y psicológico.
"Queremos que vean que hay alguien que se preocupa por ellas y está pendiente de su situación", asegura Claudia Martínez, la trabajadora social que junto a Blanca Bastida, integradora social, forma el equipo de trabajo de Nahikari. Además, este se completa con el apoyo de un sexólogo y varios voluntarios. "La carga social, el estigma y la desaprobación pesa en ellas, no en los clientes, y eso tiene que ver con temas como el género, la educación y la religión", afirma Martínez.
(Claudia Martínez y Karol Guerrero. Fotos: Giros CMC)
De hecho, según Amalia Emborujo, profesora de Historia Antigua en la UPV/EHU, esa prohibición moral es una de los pocos cambios que ha tenido esta profesión en los últimos 21 siglos: "La prostitución siempre ha tenido una consideración mala pero antes no era un tabú, era algo absolutamente normal. Ahora hay una hipocresía tremenda porque la sociedad sabe que está ahí pero lo esconde".
Esa clandestinidad provoca que estas mujeres, en su mayoría extranjeras, carezcan de un régimen jurídico que garantice su protección. Desde el Gobierno Vasco, entidad que colabora con el programa, creen que la discriminación que sufren es una barrera para su acceso a los servicios públicos. "La reducción del estigma pasa por el empoderamiento a través de la información y la formación, con actuaciones basadas en el respeto, la cercanía y el apoyo", admite Emilio Sola, director de Servicios Sociales del Gobierno Vasco.
Son múltiples las respuestas jurídicas hacia la prostitución: la prohibicionista, que considera a la prostituta una delincuente que merece represión penal; la abolicionista, en la que se le trata como a una víctima; la reglamentista, en la que se tolera el trabajo sexual pero eliminando la prostitución en las calles y, finalmente, la regulacionista, en la que se les dota de un régimen jurídico que las ampare. Actualmente, las posturas prohibicionista y abolicionista dominan la mayoría de las sociedades y en Nahikari opinan que esto se debe a la incapacidad para separar la trata del trabajo sexual voluntario. "Nos negamos a ser víctimas porque no estamos pidiendo nada especial, sino la misma seguridad jurídica que tiene cualquier otro trabajo", aclara Karol.
(Pintadas en el barrio Arriaga de Vitoria. Foto: Giros CMC)
De momento, su trabajo sigue siendo alegal: no está prohibido pero tampoco regulado. El reconocimiento por parte del Estado que según Emborujo existía en la antigüedad sigue siendo cosa del pasado. Aun así, cada vez son más las que como Karol reclaman ser escuchadas y respetadas. Y cada vez son más las que saben que en el pequeño local de Sidálava siempre habrá personas dispuestas a hacerlo.
No sigo el guion
El pasado 9 de enero el Palacio de Villa Suso de Vitoria-Gasteiz acogió la proyección de No sigo el guion, un documental de Sidálava que formó parte del ciclo de conferencias de la Escuela para la Igualdad y el Empoderamiento de las Mujeres. En él, las mujeres del programa Nahikari cuentan sus vivencias y hablan de sus sentimientos superando el lugar victimista y pasivo que se les ha asignado a nivel social.
Karol Guerrero, protagonista del documental, es la única que revela el rostro a la cámara, pero son muchas las compañeras que se desahogan ante ella con el objetivo de desmontar estereotipos discriminatorios. "Participar en el documental aunque no salgan dando la cara ya es parte de este proceso de empoderamiento, de reconocerse, aceptarse e informar siendo ellas quienes lo expresan", explica Claudia Martínez.
(Foto: Giros CMC)
En No sigo el guion las mujeres hablan abiertamente sobre su pasado y su presente, pero también exponen los sueños que desearían realizar en el futuro: tener una casa, una familia, estudiar, viajar, ser felices… Para Karol, participar en el documental les ha dado la oportunidad de dar a conocer la diversidad de sus vidas. "Todo el mundo habla de nosotras pero no nos escuchan, nos estigmatizan pero no se informan", admite.
El documental es su manera de explicar que no son delincuentes ni víctimas. Son mujeres que ejercen trabajo sexual y aunque reconocen que no es fácil, reivindican poder hacerlo en buenas condiciones.
(Imágenes del documental. Fotos: Giros CMC)