Sociedad -
Ha ocurrido en Ceuta
Cárcel para un militar por maltratar a su mujer y amenazar a su hija
El Supremo ha confirmado su suspensión de empleo durante casi dos años por maltratar y amenazar a su mujer y sus dos hijas a las que trataba de asustar dejando ratas muertas en la casa familiar.
Redacción
El Tribunal Supremo ha confirmado la suspensión de empleo durante un año, nueve meses y un día que el Ministerio de Defensa impuso en junio de 2009 a un comandante enfermero destinado en el Cuartel General de la Comandancia General de Ceuta que fue condenado al mismo tiempo de estancia en prisión por maltratar y amenazar a su mujer y sus dos hijas, a las que insultaba habitualmente y trataba de amedrentar dejando ratas muertas en la vivienda familiar.
Así consta en una sentencia dictada por la Sala de lo Militar del alto tribunal en la que se rechaza el recurso de casación que el condenado presentó contra la sanción administrativa de Defensa, que le apartó de sus funciones cuando la sentencia condenatoria adquirió firmeza, en consonancia con lo recogido en el Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas.
El militar fue condenado por el Juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta en julio de 2007 a un año, nueve meses y un día de prisión por un delito de maltrato psíquico habitual, a siete meses y 16 días por malos tratos simples en el ámbito familiar y a medio año más por amenazas, aunque las dos últimas penas fueron conmutadas por trabajos a la comunidad. La sentencia, que fue confirmada por la Audiencia Provincial de Cádiz, también le prohibía poseer armas durante un periodo de dos años, acercarse a su mujer y una de sus hijas a menos de 300 metros, y mantener comunicación con ellas durante dos años.
"Ratas cerca de la cara"
La resolución consideraba probado que en los primeros días de octubre de 2005 el condenado, motivado por la "mala relación" que mantenía con su esposa y su hija y con "pleno conocimiento de la especial aversión" que esta última sentía hacia las ratas, le colocó un ejemplar muerto y sanguinolento "cerca de la cara", lo que le provocó un "estado de gran nerviosismo" y le obligó a llamar a su madre.
Tras una "agria discusión" entre los progenitores, el padre dio un manotazo a su hija y le propinó varias patadas, tras lo cual se dirigió en busca de su pistola reglamentaria mientras gritaba: "Esto se arregla ahora mismo, te pego un tiro y se acaban los problemas". La mujer y la hija huyeron en ese momento hacia la calle y, después de que les dieran algo de ropa porque se encontraban en camisón, se dirigieron a una casa de acogida.
La sentencia también considera probado que el hombre insultaba habitualmente a sus dos hijas. A una de ellas la consideraba "una puta" porque su novio tenía un coche con los cristales negros y le deseaba que fuera violada por un legionario, mientras que a la otra, que padecía un trastorno alimentario, le decía: "Gorda, a ver si adelgazas, así nadie te va a querer".