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Arqueólogos vascos, tras las huellas de los cazadores de mamuts

Arqueólogos de la UPV/EHU han encontrado unos cinco mil restos entre fauna e industria lítica, que permitirán reconstruir el modo de subsistencia de aquellos humanos.

Arqueólogos trabajando en Izturitze. Foto: UPV/EHU
Arqueólogos trabajando en Izturitze. Foto: UPV/EHU
Arqueólogos trabajando en Izturitze. Foto: UPV/EHU

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Un equipo de arqueología de la UPV/EHU acaba de terminar una campaña de excavación en el yacimiento de Izturitze (Baja Navarra), de donde ha sacado unos 5000 restos entre fauna e industria lítica, lo que permitirá reconstruir el modo de subsistencia de los humanos de la época.

La presencia de un omóplato de mamut era ya conocida, dado que se encontró en 1998, aunque el equipo ha localizado ahora otros fragmentos, siguiendo con la excavación que comenzó más de dos décadas atrás.

La investigación concluye que, hace 29 000 años, un grupo de humanos cazó un mamut y trasladó, al menos, una de sus enormes patas al interior de su cueva, en lo que hoy es el yacimiento de Izturitze. Es una práctica que, hasta ahora, no estaba documentada en el sur de Europa.

El equipo ha excavado un conjunto que corresponde al periodo Gravetiense (Paleolítico Superior) y otro del Auriñaciense evolucionado, unas etapas poco conocidas en los Pirineos, con pocos registros sobre ocupación humana. Es por ello que, asegura Aritza Villaluenga, investigador del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU, la falta de datos y la existencia en esa cueva de restos de mamut "son para un arqueólogo un misterio bastante grande".

Para el investigador, resulta una incógnita entender por qué aquellos humanos se aventuraban a enfrentarse a un animal de unos 4000 o 5000 kilos, que vivía en manada y era difícil de cazar. Declara que el lugar es "bastante único" pues, aunque la pieza más significativa es el omóplato, se han encontrado más huesos de mamut, que podrían ser del mismo animal, pero también de algún ejemplar juvenil o infantil.

Un proyecto que viene de lejos

Villaluenga presentó hace dos años un proyecto para continuar los trabajos, pero la pandemia le obligó a suspender los planes. Ahora, finalmente, se ha podido excavar, aunque con la mitad del equipo y solo tres semanas, lo que obliga a hacer sobre el terreno solo el trabajo imprescindible: sacar el material, hacer un inventario preliminar en el ordenador, y la limpieza del sedimento y de las piezas más significativas.

El resto se hará en el laboratorio de la universidad pasado el verano. "Ahora es imposible, pero lo importante es poder excavar y llegar a unas primeras conclusiones".

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