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Biografía

Paco Rabanne, de hijo de costurera y coronel republicano fusilado a rey de las pasarelas

Su madre, costurera jefa del taller de Cristóbal Balenciaga en Donostia-San Sebastián, era una mujer vanguardista. "Fue ella quien me introdujo el gusto por la rebeldía", decía. Su padre fue fusilado en 1939, lo que forzó a la familia a exiliarse en Francia, adonde llegaron pasando penurias.

Paco Rabanne en París, en octubre de 2003. Foto: EFE
Paco Rabanne en París, en octubre de 2003. Foto: EFE
Paco Rabanne en París, en octubre de 2003. Foto: EFE

Agencias | EITB Media

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Euskaraz irakurri: Paco Rabanne jostun eta fusilatutako koronel errepublikar baten semea, pasareletako errege

Además de hacer el vestido más caro de la historia en los 60, introducir el metal en la ropa y vestir a las estrellas del momento, Paco Rabanne era un hombre místico. Pero detrás de ese hombre y el nombre artístico, se escondía Francisco Rabaneda y Cuervo, nacido el 18 de febrero de 1934 en Pasaia (Gipuzkoa).

Su madre, costurera jefa del taller de Cristóbal Balenciaga en Donostia-San Sebastián, era una mujer vanguardista que había escandalizado a la burguesía donostiarra con su pelo corto y luciendo los vestidos sin corsé de Paul Poiret. "Fue ella quien me introdujo el gusto por la rebeldía", decía.

Su padre, coronel de las fuerzas republicanas, fue fusilado en 1939, lo que forzó a la familia a exiliarse en Francia, adonde llegaron pasando penurias, internados en campos de concentración del sudeste.

La moda, que había mamado, se impuso pronto en su vida: financió sus estudios de Arquitectura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de París con croquis de diseños que enviaba a las revistas de moda, dibujos de accesorios y creaciones que ya avanzaban el estilo Rabanne: geométrico, minimalista y depurado.

En los años 60, cuando empezó firmando como Frank Rabanne, sus accesorios hechos a mano eran vendidos a sus colegas de la alta moda francesa, desde Balenciaga hasta Givenchy, pasando por Nina Ricci o Pierre Cardin.

Aunque sin duda el momento clave de su carrera fue la presentación de su primera colección, Manifiesto, en 1966: "12 vestidos imposibles de vestir en materiales contemporáneos". Aquella moda futurista dejó anonadado al "establishment" y en ocasiones aburrido mundo de los salones de moda.

Dos meses después volvió a revolucionar la industria con el primer espectáculo-desfile de la historia, una colección de estilismos veraniegos mostrados por las bailarinas del cabaret Crazy Horse, conocido por su estilo "western".

Con sus vestidos metalizados (Coco Chanel lo llamaba El metalúrgico), concebidos casi como armaduras, con tejidos de cuero de efecto iridiscente, papel y aluminio -que moldeaba inspirándose en las esculturas de Alexander Calder o César, Rabanne-, vistió a Elizabeth Taylor, Jane Birkin, Brigitte Bardot, Jane Fonda, Audrey Hepburn o Françoise Hardy, para quien ideó un vestido de oro y diamantes. Ese minivestido, de corte recto y manga larga, pesaba nueve kilos y tenía mil placas de oro. Fue la prenda más cara del mundo creada hasta la fecha.

Sus creaciones de ropa fueron completadas con una creciente colección de perfumes que hoy -como en tantas casas de moda- representa la riqueza de la marca, que está en manos de la multinacional Puig.

Rabanne se retiró de las pasarelas en 1999 y su firma quedó en un limbo durante más de una década, con fichajes que fracasaron en su intento por revitalizarla. Pero en 2013, la llegada del francés Julien Dossena dio un vuelco a la marca y consiguió volver a posicionarla revisitando los éxitos de 1960.

Excéntrico en la moda y en la vida real, Rabanne publicó varios libros sobre sus experiencias paranormales y defendía haber tenido varias vidas: haber conocido a Jesús, a Luis XIV, haber visto extraterrestres y haber asesinado a Tutankamón.

El diseñador, fallecido este 3 de febrero en su residencia de Portstall (en la Bretaña francesa), aseguraba tener en realidad 75 000 años.

Redujo sus predicciones en público a partir del año 2000, tras haber augurado (y fallado) que una estación espacial se estrellaría contra París en agosto de 1999, pero siguió compartiendo sus visiones y estrafalarias ideas en revistas especializadas.

 

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