Papa Francisco -

Crónica desde Roma

Las primeras cartas, sobre la mesa

Por muchos ases que unos y otros guarden, hoy se habrá visto quien tiene posibilidades a priori, y quién puede ir olvidándose prácticamente de ser el nuevo Papa.

Olatz Simon. EiTB.
Olatz Simon. EiTB.
Olatz Simon. EiTB.

Olatz Simón

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Muchos en San Pedro dudaban ya de que hubiera humo esta tarde. Incluso la lluvia ha respetado el momento, pero los cardenales iban ya al limite del horario. Algunos hablaban ya de esperar hasta mañana para ver la primera fumata. Pero la ha habido, y ha sido negra, tal y como se esperaba. Ahora, cuando la plaza se vacía poco a poco, todavía algunos rodean San Pedro para intentar ver, en vano, cómo los cardenales son trasladados en minibús hasta sus habitaciones en la casa de Santa Marta.

Esta será la noche clave. Después de la primera votación, las primeras cartas se han puesto sobre la mesa. Por muchos ases que unos y otros guarden, hoy se habrá visto quien tiene posibilidades a priori, y quién puede ir olvidándose prácticamente de ser el nuevo Papa. Esta noche, los cardenales pueden dialogar entre ellos. Menos confabular para elegir a un candidato, pueden hablar de lo que quieran y a medio mundo le gustaría ver esta particular escena.

Fuera de la Sixtina y fuera de Santa Marta, se desinflan las expectativas hasta mañana. Sandra, colombiana, volverá mañana y todos los días que dure el cónclave hasta el domingo, cuando vuelve a su país. Dice que debería ser un latinoamericano no por que ella lo sea, debe serlo por que américa latina es la nueva iglesia, son los nuevos fieles, según ella.

Salvando las distancias, la "fiesta de los pijamas" de esta noche puede alargarse, pero mañana los cardenales madrugan otra vez. Rezos y misa antes de volver a encerrarse bajo las pinturas de Miguel Ángel y de tantos otros, a las 9:30 de la mañana. Volverán la tensión de los fieles, las miradas hacia la chimenea y quizá alguna sopresa como la de esta tarde, cuando dos mujeres con el pecho al desnudo han protagonizado una particular fumata rosa, al soltar humo de ese color en plena plaza. En su pecho llevaban escritas consignas por la paz y contra el Vaticano y han querido con este acto repudiar el trato marginal que la iglesia católica da a la mujer.

Cuando la policía se las ha llevado algunos se santiguaban, muchos muchos otros grababan y ellas conseguían lo que habían venido a buscar, que los medios de todo el mundo se hagan eco de su protesta.

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