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El duelo en el niño: 'Explícame qué ha pasado'
eitb.com
Las estadísticas hablan: uno de cada diez niños que pierde a uno de sus padres corre el riesgo de sufrir una depresión, si su duelo no se atiende correctamente.
¿Cómo explicar a un niño la muerte de un ser querido? ¿Puede llegar a entender qué es la muerte? ¿Es mejor contar o no contar? ¿Qué hacer si nos pregunta? ¿Es diferente la vivencia de la muerte si el niño tiene 5 años o si tiene 10? ¿Puede un niño estar en duelo? ¿Cómo le puedo ayudar? ¿Necesita una ayuda especial? ¿Es bueno que nos vea tristes? ¿Tenemos que evitarle lo sucedido? ¿Qué pueden hacer los profesores cuando un niño se encuentra en duelo?.
Éstas son algunas de las preguntas a las que trata de dar respuesta la guía didáctica “Explícame qué ha pasado”. La psicóloga Loreto Cid, de la Fundación Mario Losantos del Campo, es la autora de este documento gratuito, que busca convertirse en una herramienta útil para los adultos; y es que los expertos alertan de que tratar la muerte como un tabú ante los niños puede causarles duelos complicados.
En contra de la creencia general de que los niños no saben ni necesitan que se les explique la muerte, “estudios científicos demuestran que son conscientes de su existencia desde muy temprana edad y sienten temores relacionados con ella”, señala Loreto Cid. De hecho, los niños se hacen infinidad de preguntas sobre la muerte sin necesidad de haber vivido un duelo o el dolor por la muerte de un familiar, y se ha demostrado que entre los 6 y los 8 meses, los bebés pueden ser capaces de sentir la ausencia de una figura de referencia, como su madre.
La guía “Explícame qué ha pasado” advierte que “ocultar, temer, callar o dar respuestas y explicaciones erróneas sobre lo que sucede a nuestro alrededor sólo hará que la experiencia de la muerte, además de resultar sumamente dolorosa, pueda convertirse en algo complicado o patológico” para el niño o la niña. Tengamos en cuenta, asimismo, que “cuando los niños no saben, pero intuyen y desean saber, lo que hacen es inventar sus propias teorías”. Esto puede provocar más angustia y confusión.
Claves para un duelo sano
· El primer consejo es decirles la verdad, adaptándola siempre a la edad y al desarrollo cognitivo y emocional del menor.
· La primera verdad que debe saber un niño es que la persona ha muerto y que nunca más volveremos a verla.
· Es importante no utilizar metáforas relativas a la causa de la muerte de la persona, porque, aunque nuestra intención sea suavizar y amortiguar lo sucedido, lo que podemos provocar es una mayor confusión y angustia: “El abuelito se ha quedado dormido y ya no va a despertar” (puede provocar en el niño un fuerte temor a irse a la cama y quedarse dormido). “Tu hermanita era muy buena y se ha ido al cielo”. (El niño puede sentir mucha confusión sobre si portarse bien es bueno o malo).
· Siempre que sea conveniente, hay que asegurarse de que el menor tenga claro que no es responsable de la muerte de su pariente
· Ninguna de las explicaciones que se den al niño o al adolescente tienen por qué darse “de golpe”: podemos ir haciéndolo poco a poco y siempre completándolo con las preguntas, dudas y observaciones que él mismo quiera hacer.
· También resulta clave darles la oportunidad de expresar sus dudas y permitirles participar siempre que lo deseen en los ritos de despedida de la persona fallecida: A partir de los seis años, aproximadamente, los niños pueden participar en los velatorio, entierro o funerales.
· Y recuerda: Los niños tienen derecho a estar tristes aunque nos resulte doloroso.
La publicación de esta guía se enmarca dentro del proyecto 'Aprendiendo a Vivir, Explicando el morir', una iniciativa de la Fundación Mario Losantos del Campo que busca sensibilizar a la sociedad sobre la atención a menores en duelo, y ayudar e informar a las personas del entorno de los niños sobre cómo explicarles la pérdida de un ser querido.