Distrito Euskadi
DÍA MUNDIAL CONTRA EL DOLOR
Cuando el dolor no es sinónimo de daño
El dolor se define como 'una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial'. ¿Qué ocurre cuando el dolor responde más a una percepción cerebral que a un daño orgánico real? ¿Cómo procesa nuestro cerebro el dolor crónico?
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El dolor crónico tiene, mayoritariamente, rostro de mujer
19:17 min
La Sociedad Española de Neurología informa de que hasta un 40% de las consultas anuales en Atención Primaria vienen motivadas por el dolor y, aproximadamente la mitad de estos pacientes, experimentan dolor crónico: aquel que persiste o se repite durante más de seis meses. Es tal la prevalencia del dolor crónico, que la Organización Mundial de la Salud solicita que sea abordado como una enfermedad en sí misma y que su tratamiento sea catalogado como un derecho humano.
Es habitual que los pacientes que padecen dolor crónico busquen la ayuda de diversos profesionales de la salud sin, en muchos casos, encontrar una respuesta satisfactoria. En condiciones normales, el dolor sirve como una alarma para el cerebro, pero ¿qué ocurre cuando el dolor responde más a una percepción cerebral que a un daño orgánico real? En estos casos, el Dr. Jordi Montero, médico especialista en neurología y neurofisiología, apuesta por un abordaje más humanista y cariñoso; por ponerse en el lugar del paciente y respetarle.
"Lo que nosotros llamamos el sentimiento de dolor es una función cognitiva, que se desencadena normalmente por un daño, pero que también puede desencadenarse por una memoria, por una sensibilización", explica el Dr. Montero. "Podemos haber llegado a grabar un dolor agudo de forma que el evocar ese momento malo, ese dolor que tuvimos, un recuerdo, un tacto, una mnemotecnia, nos pone en marcha todo el mecanismo de las redes neuronales que significan dolor, y lo notamos como el primer día". Aunque no haya daño tisular asociado, "una resonancia magnética funcional o un PET" revela que el dolor es real. No cabe discutir, por tanto, la existencia del dolor, sino la causa.