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Entre Calles

LUPA PATRIMONIAL

Dos joyas arquitectónicas del Renacimiento en Haro y Casalarreina

Gorka López de Munain, Doctor en Historia del Arte, nos descubre al borgoñés Felipe de Bigarny, maestro escultor y tallista, que diseñó las portadas de la iglesia parroquial de Haro y el monasterio de la Piedad de Casalarreina

  • Detalle de la portada del monasterio de Ntra, Sra. de la Piedad de Casalarreina (La Rioja).

    Detalle de la portada del monasterio de Ntra, Sra. de la Piedad de Casalarreina (La Rioja).

    13:41 min
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Felipe Bigarny, es originario de tierras borgoñonas (Langres-Francia). En 1498 recorría el Camino de Santiago y se detuvo en Burgos, donde realizó un importante encargo que le granjeó mucha fama. A partir de ese momento, con apenas 25 años, empezó a recibir múltiples encargos y fue creando un exitoso taller del que sería director. Sus primeras obras en La Rioja las llevó a cabo en la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, pero ya en 1512 se encontraba en Haro al cargo del nuevo retablo y de la portada monumental de la iglesia parroquial de Santo Tomás.

En 1515 tenían buena parte de la obra terminada, pero le llegó otro encargo de gran importancia que le mantuvo algo "distraído": la portada del nuevo monasterio de Nuestra Señora de la Pifdad que se estaba levantando en e la cercana localidad de Casalarreina, bajo las órdenes del obispo Juan Fernández de Velasco, uno de sus protectores.

Desde 1515 hasta 1519 Bigarny se quedó en Casalarreina, generando una gran tensión entre los vecinos y las vecinas de Haro. Veían cómo las obras se habían parado, Bigarny no respondía a las demandas y amenazas -le llegaron a amenazar con la excomunión-, pero el maestro Felipe era un hombre de negocios y supo arreglárselas para calmar a la gente y, además, seguir cobrando sus honorarios.

La portada de la iglesia de Santo Tomás de Haro es una obra importantísima y dejó un gran eco en la zona, pero la calidad de sus esculturas nos demuestra que el maestro borgoñón pisó muy poco el taller…; dejándolo en manos de otros maestros dotados, pero de menor calidad. Su concepción arquitectónica, a modo de retablo de piedra, gustó mucho y su fórmula se copió por multitud de lugares.

La portada de Haro es una de las grandes obras del Renacimiento, pero en Casalarreina se conserva una mucho más especial. El impulso constructivo de este enorme monasterio responde a la figura de Juan Fernández de Velasco, obispo de Calahorra y la Calzada que, gracias a una Bula papal, pone en marcha las obras en abril de 1514. Rápidamente llama a Bigarny, con quien había tenido relaciones anteriormente. 

Consiguió levantar una de las portadas más espectaculares del momento. Con las figuras de Adán y Eva como marco general, se despliega una fachada monumental en la que la tradición gótica se funde de manera exquisita con el mejor Renacimiento. En el centro, en el tímpano, aparece la escena de la Lamentación sobre Cristo muerto, aludiendo a la idea de la Piedad. Sobre este gran tímpano, de nuevo, como en Haro, nos encontramos con las escenas de la Pasión de Cristo, tan de moda en la época. Pero si nos fijamos en detalle, tanto el canon de las figuras como el movimiento que éstas desprenden nos muestran que el trabajo está muy por encima de lo logrado en Haro.