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Religión
La iglesia y las cenizas
José Antonio Pérez en Malpensando, un minuto diferente que este domingo va de la decisión de la Iglesia de negar la misa funeral a aquellos que pidan que sus cenizas sean esparcidas o conservadas.
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A la Iglesia no le gusta que se quede usted con las cenizas de sus seres queridos. Y tampoco que las esparza. Lo que no les gusta, en el fondo, es que vaya usted quemando gente, por muy muerta que esté. Y lejos de predicar en el monte, como hizo Jesús, la Iglesia ha decidido ir por la vía coercitiva. Quien desobedezca se arriesga a quedarse sin misa por el fallecido.
Según el documento, firmado por el Papa, esta medida pretende evitar, cito, un "malentendido panteísta, naturalista o nihilista". Solo Dios y el Vaticano saben a qué viene semejante frase. ¿Cómo va a ser alguien cristiano y panteísta? Eso sería como ser vegetariano y comer salchichas. Y nihilista sería, qué sé yo, hacer un zumo con el finado. O esnifarse las cenizas, como cuentan que hizo Keith Richards con las de su padre.
Da la sensación de que, de vez en cuando, el Vaticano siente el impulso de recordarnos que sobre Dios solo mandan ellos. Que aquello de que la Iglesia de Jesús está dentro de cada uno es, en el fondo, un eslogan que nada tiene que ver con el negocio.
El documento, por cierto, también dice que busca evitar "prácticas supersticiosas". Les faltó añadir: "que no sean las nuestras".
