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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (20/02/2016)

José Félix Azurmendi

El Gobierno vasco ha enviado al Parlamento un informe de víctimas de la violencia policial. Se ha conocido cuál fue la última petición de Franco al rey Juan Carlos.

Tx. El Gobierno vasco ha enviado al Parlamento un informe de víctimas de la violencia policial

No está mal que se haga un recuento de víctimas policiales del franquismo y que se repare económicamente si cabe a alguna de ellas, pero no me parece necesario que se actúe como si les fuera debida una reparación moral. Ser víctima de una dictadura presupone una grandeza moral que no es evidente en quienes la vivieron en confortable placidez, que diría Jaime Mayor Oreja.

Porque habrá que convenir en que lo vivido en el Estado español al menos hasta 1978, año tope del informe de víctimas de la violencia policial elaborado por la comisión de evaluación del Gobierno vasco que dirige Jonan Fernández, fue una dictadura, un régimen injusto, un sistema con sus militares, jueces, maestros, obispos, banqueros, chivatos, policías y colaboradores necesarios, al servicio de un sistema en el que cada quien colaboraba con el papel asignado.

Hablar de abusos y excesos en un sistema así es concederle una legalidad que no se merece.  ¿O sí? Porque pareciera que cada vez son más los que aceptan si no defienden que la dictadura inicial fue luego dicta-blanda, con sus aspectos positivos en lo social, en lo espiritual, en lo económico. Cada vez se defiende con más desparpajo que el nacional-catolicismo de Francisco Franco evolucionó tempranamente hacia un régimen solo autoritario y fue abriéndose progresivamente a modos democráticos. Solo si se piensa así se pueden entender algunos comportamientos.

Tx. En estas andábamos, cuando se ha conocido cuál fue la última petición de Franco al rey Juan Carlos

Es el propio Juan Carlos el que se lo ha contado a la televisión pública francesa, para un reportaje que la televisión pública española se resiste a emitir: “El día antes de morir, Franco me cogió la mano y me dijo: Alteza, la única cosa que le pido es que preserve la unidad de España”. Hay otras confesiones interesantes en este recorrido autobiográfico, pero ha sido ésta la que todo el mundo ha seleccionado como titular más relevante. Fueran o no esas las circunstancias y las palabras exactas con que el dictador se despidió, resulta muy significativo que su sucesor lo recuerde así, lo haya consignado de esta manera.

También hoy, a la hora de formar un Gobierno para España que ponga en marcha la que se proyecta como una necesaria segunda transición, resulta muy significativo que sea esa unidad nacional la que se presente como línea roja que no se puede traspasar. Muchas veces se les ha dicho a los nacionalistas insatisfechos que están alejados de las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos, pero a la hora de la verdad como que el gran nacionalismo hay que buscarlo en otras instancias.

Tx. Jaque mate a la Guardia Civil, ¿una expresión solo desafortunada?

Para cualquiera que no estuviera a la que salta con otros objetivos, es evidente que cuando Hasier Arraiz pidió un Jaque Mate para la Guardia Civil no estaba pensando en pedir la muerte para nadie. El dirigente de Sortu quiso darle la vuelta a la operación así bautizada contra abogados de la izquierda abertzale usando sus propios términos, y se metió en un berenjenal. Si hubiera sido manos joven, se le hubiera ocurrido, se hubiera acordado con seguridad del “Que se vayan” que hizo furor años atrás para resumir una reclamación ampliamente asumida en esta sociedad, y se hubiera ahorrado visitas a los Juzgados.

El debate sobre si es procedente y necesario el despliegue de la Guardia Civil entre nosotros y el papel que debe jugar ese cuerpo policial militarizado no está desde luego agotado, ni siquiera para sus propios integrantes. También eso habrá que confiarlo a la segunda transición.